Salvajes y épicas aventuras
"¡Oh!", gritó Gustave cuando estaba a punto de perder el control, al experimentar la conocida sensación.
"¡Sí, cariño!", gritó Renee. Ella esperaba que él pudiera aguantar al menos un par de minutos más, pero su esperanza se vino abajo.
A pesar de que Gustave era el chico más encantador con el que ella hubiera estado jamás, había ciertas cosas de él que le disgustaban y no podía ignorar. En realidad, no podía satisfacer a Renee.
Renee se vistió y regresó a casa. Entró a la casa caminando lentamente, pues no quería despertar a nadie, y mucho menos a su madre.
Inesperadamente, se encontró con su padrastro, Bartholomew.
Mirando fijamente a su padrastro, Renee se puso feliz sin control. Su atracción por ella arruinaría su relación.
Pensando en eso, Renee no pudo evitar sollozar.
"¿Qué pasó, cariño?", le preguntó su padrastro.
"No puedo decirlo, papá", murmuró contra su cuello, estrechándolo más contra sí y rodeándolo con ambos brazos. Era como si buscara más consuelo.
"Mírame a los ojos, Renee", dijo él. Ella obedeció y lo observó con sus grandes ojos azules, los cuales brillaban debido a las lágrimas. Él encontraba muy hermosos sus ojos bañados en lágrimas, lo que hizo que aumentara su flujo de sangre. Cerró los ojos, respiró hondo y volvió a abrirlos. "Dime qué puedo hacer por ti, pequeño ángel".
"Yo simplemente no quiero... ¿tú realmente me amas?", le preguntó ella.
Aquel interrogante sorprendió tanto a Bartholomew que casi enloqueció. ¿Por qué le hacía esa pregunta?
"A decir verdad, no esperaba que me hicieras esa pregunta. Siempre te he tratado como a mi hija. Sabes bien que te amo más que a nada en este mundo", repuso él.
"¿A pesar de cualquier cosa?", replicó ella.
"Así es. Y nada podrá cambiar eso jamás. Te amo, Renee, y siempre lo haré". Esta vez él se había dirigido a ella usando su nombre. En ese momento, el corazón de Renee latía aceleradamente. Estaba feliz de estar excitando a su padrastro. La reacción de su padrastro le infundió el valor necesario para hacer algo que hasta entonces era impensable.
"Yo... yo solo..." Renee hizo una pausa y le lanzó una mirada atrevida a su padrastro.
Bartholomew esperaba que ella dijera algo, pero solo se inclinó y lo besó en los labios.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente ante tan inesperada acción. No se lo esperaba.
Erótica
4.6