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La Luna Oscura

La Luna Oscura

Terminado

Introducción
Gonzalo Hidalgo era un alfa de 23 años. Había estado buscando a su pareja desde que se convirtió. Cuando por fin encontró a su pareja, Triana Ortega, se dio cuenta de que era una chica humana que no entendía nada del mundo sobrenatural. Quiso besarla y quedarse con ella a la primera de cambio. Pero ella no podía sentir el vínculo especial que existía entre los compañeros. Para no asustarla, Gonzalo decidió disfrazarse de humano para ganarse su corazón. Pero le resultó difícil controlar su posesividad y su ira después de ver las interacciones de ella con otros machos. Peor aún, fuera de sus expectativas, su identidad de hombre lobo se vio obligada a exponerse ante Triana...
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Capítulo

"¡Ay, ay, ay!", me quejo mientras corro por la cafetería para colocar los pasteles en la vitrina. Debido a mi impaciencia, no espero a que se enfríen, sino que termino con los dedos rosados e irritados.

"Debiste esperar, Triana", Carla me regaña. Ella entró a trabajar a la cafetería Vegas casi al mismo tiempo que yo. Llevo aproximadamente dos años aquí, y nos hemos vuelto muy cercanas, así que me encanta cuando coincidimos en turnos.

"Es que soy demasiado impaciente", protesto en voz baja y paso algo de agua fría por mis dedos. Por suerte, ya los siento normal. Otra razón por la cual me estoy dando prisa es porque ya casi se acaba mi turno y quiero regresar a casa lo antes posible, pues solo voy a contar con unas pocas horas para prepararme y asistir a mi primer día de clases en la Universidad Blackwall. Estoy muy nerviosa y emocionada al mismo tiempo, siento un entusiasmo indescriptible por aprender y absorber cualquier información que me presenten.

De pronto, la puerta de la entrada suena, avisándome de la llegada de un nuevo cliente. Me apresuro en secarme las manos y me acerco a la caja registradora para tomar su orden.

Al cabo de unos treinta minutos, me despido de Carla y de Marco, el dueño del establecimiento que siempre se lo pasa en la parte trasera de la cafetería, haciendo papeleo dentro de su pequeña oficina. Agarro un vaso y vierto una gran cantidad de café en el recipiente junto a una porción de crema y azúcar. Debo reconocer que soy adicta al café y que me dan dolores de cabeza terribles si no lo tomo. Además, ¡¿por qué debería dejar de beber algo tan rico?!

El café caliente hace maravillas, ya que contrarresta el ligero frío otoñal. En el estado C, el clima se pone frío a mediados de agosto, algo de lo que todavía no me acostumbro del todo. Mi mamá y yo nos mudamos de la ciudad F a Blackwall, estado C, hace seis años, y aún me resulta extraño el clima de este lugar. A estas alturas, no creo que me vaya a acoplar algún día. Si bien tenía amigos antes de mudarme, perdí el contacto con ellos debido a que resultaba difícil mantener nuestra relación estando a tantos kilómetros de distancia.

Aun así, la mudanza fue necesaria, por lo cual no me queda de otra que seguir adelante. Tan pronto como entro a mi cálido hogar, suspiro de alivio y me remuevo las botas y la chaqueta. "¡Mamá, Emilia, ya estoy en casa!", grito y no tardo en escuchar unos pasos ligeros y un chillido agudo, cosa que es un claro indicio de que mi hermana se abalanzará sobre mí en tres, dos y… ¡uno!

"¡Tria!", Emilia pronuncia con entusiasmo a la vez que me agarra de las piernas. "¡Hola, Emi! ¿Cómo estuvo tu día?", pregunto a la par que la cargo con mi brazo derecho. Entonces, continúo caminando hasta llegar a la cocina, en donde encuentro a mi madre. "Hola, mamá", le sonrío y la abrazo con el brazo izquierdo. "Hola, cariño. Oye, Emilia, ¿por qué no le cuentas a Triana lo que hicimos en la mañana?".

"¡Ah, sip! ¡Preparamos la cena, Tria!", Emilia se ríe y procede a jugar con mi cabello rubio que aún está en una desordenada cola de caballo debido al trabajo. Por mi parte, arqueo una ceja ante su comentario e inquiero: "¿No habrás querido decir que hiciste el desayuno con mami?".

Ella sacude la cabeza con rapidez al escucharme. "¡Nop! ¡Mami y yo hicimos la cena en la olla de cocción lenteja!", aclara, y sus palabras provocan que tanto mi mamá como yo nos carcajeemos. Me río tanto que me veo en la necesidad de bajar a Emilia al suelo para no dejarla caer. A pesar de que ya pasó un minuto entero, seguimos sin recuperar el aliento. Cada vez que estoy a punto de detenerme, me rio de nuevo al ver a mi madre.

Dejo de reírme al cabo de un rato y dirijo mi atención a Emilia una vez más, quien se encuentra muy confundida sobre por qué nos carcajeábamos. "Emi, creo que quisiste decir que hicieron la cena con la olla de cocción lenta", la corrijo y se me escapa una risita al ver que nuestra madre nos contempla con diversión. "¡Sipi! ¡Eso fue lo que dije!", la pequeña añade, a lo que yo le dedico una sonrisa. Es demasiado adorable y energética, estoy ansiosa por ver cómo será dentro de diez años. "¿Y qué fue lo que prepararon?".

Mi mamá es quien responde esta vez: "Hicimos estofado con papas y zanahorias. También preparé un poco de pan de ajo, solo tienes que hornearlos. Debo salir a trabajar a las cuatro y media de la tarde, y lo más probable es que regrese muy tarde. Pero no te preocupes, no tendrás que cocinar, la comida estará lista a las seis".

"Gracias, mamá. ¿A dónde irás hoy?".

"Al país M. Además, voy a hacer una parada en el estado T durante el trayecto de regreso. ¿Quieren que les traiga un recuerdo?".

Mi mamá suele viajar por todo el mundo debido a que es azafata. Solo trabaja de tres a cuatro días a la semana, por lo que siempre se lo pasa con Emilia. Por mi parte, cuido a mi hermana cuando puedo, pero será más difícil ahora que voy a empezar clases. Además, trabajo a medio tiempo en la cafetería Vegas. Aunque a mi mamá no le agrada que trabaje, sabe que necesita ayuda con los gastos de la familia.

Desde que mi padre se fue, nuestra situación económica se ha vuelto complicada, ya que contábamos con un solo ingreso. Aquel imb*cil nos abandonó cuando mi mamá estaba embarazada de Emilia, justo cuando tenía ocho meses. Jamás volvió, desconozco por qué lo hizo, solo sé que tenía su propio negocio y que su partida tuvo un gran impacto en nuestra familia, tanto financiera como emocionalmente. Sin embargo, ya no lo necesitamos a estas alturas.

"Quiero una esfera de nieve del estado T, creo que ya habías traído uno del país M", sugiero y le dedico una sonrisa, mi madre tiene la costumbre de traer recuerdos de sus «viajes». Gracias a ella, poseo numerosas esferas de nieve de diferentes estados y países. No he ido a ninguno de esos lugares, y espero algún día poder visitarlos. Por ahora, tengo pequeñas piezas de todo el mundo alrededor de mi dormitorio: en mi escritorio, mi estantería, mi tocador… En fin, tengo tantas que hasta se han desbordado de los compartimientos de mi armario.

"¡Debo empezar a prepararme para mi primer día de clases!", doy saltitos debido al entusiasmo, a lo que mi mamá se ríe. "Me alegro mucho por ti, cariño", dice con una sonrisa orgullosa, y yo le devuelvo el gesto antes de enfocar mi atención en mi hermana. "¿Te gustaría ayudarme a elegir mi atuendo para mi primer día de clases?". Ella responde con un chillido de emoción antes de tomarme de la mano y llevarme a mi habitación.

Al cabo de una hora, salgo con un nuevo atuendo; mi cabello se encuentra suelto en sus ondas naturales y mi maquillaje es ligero a pesar de que se sigue notando. Emilia insistió con que me pusiera una falda roja con estampado de puntos y una camiseta morada sin mangas, así que, para que las dos quedáramos contentas, me puse la camiseta que eligió junto a una falda negra suelta que me llega a la mitad de los muslos. Es un atuendo sencillo y lindo al mismo tiempo.

Camino por el pasillo junto a Emilia y regreso a la sala de estar, en donde hallamos a nuestra madre medio sentada en una de las esquinas del sofá con un libro nuevo. "¿Qué libro es ese?", inquiero, a lo que ella se sobresalta y provoca que sus anteojos se caigan sobre su regazo. Enseguida, me regaña por siempre asustarla antes de replicar: "Es «la chica salvaje» de «Delia Owens»".

"¡Por fin! ¡Te había insistido mucho con que lo leyeras!", exclamo a la vez que me siento, posicionando a Emilia en medio de mi madre y yo. Procedemos a entretener a mi hermana y a conversar sobre las teorías que tenemos acerca de la trama hasta que llega la hora de irme a mi primera clase.

"¡Adiós, cariño! ¡Que te vaya muy bien y aprendas mucho en tu primer día de clases!", mi madre dice mientras me entrega mi mochila. "¡Adiós, cariño!", Emilia imita a mi madre, haciendo que me ría debido a lo adorable que es. Les propino un fuerte abrazo a las dos y salgo hacia la Universidad Blackwall, emocionada y nerviosa por lo que estaba por experimentar.