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Las aventuras de Luigi Di Franco.

Las aventuras de Luigi Di Franco.

Autor:LuisT

En proceso

Introducción
Luigi Di Franco es el primer presidente italo-americano de los EEUU, Recorre el mundo para hacer valer su liderazgo internacional. Sin embargo, los planes no le salen como tenía previsto. Agentes especiales del FBI y del gobierno deben salir en su rescate.
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Capítulo

“Está mañana se han producido dos atentados por explosión de bomba que han dejado un saldo de 200 muertos, 1320 heridos y cuantiosos daños materiales.

El primero de ellos ha sucedido en Jartum

Sudan

, en un mercado del centro de la ciudad, a las 9 de la mañana, hora local, cuando una furgoneta bomba próxima a los puestos de venta de verduras explosionó, devastando el mercado y sembrando el pánico entre la población.

El segundo, horas más tarde, se ha producido en Beirut, capital del Líbano, a las 12 de la mañana, en las inmediaciones de una mezquita. Se piensa que ha sido realizado por grupos armados cristianos en respuesta a los atentados que semanas pasadas perpetraron integristas islámicos a la entrada de varias iglesias cristianas arameas.

Ninguno de los dos atentados ha sido reivindicado por grupo terrorista alguno. La escalada de violencia, que estamos viviendo estos últimos meses, se asocia a los intereses comerciales de Abdel Kassagi, el traficante de armas internacional; que, al parecer, debe estar instigando los problemas de convivencia en zonas inestables del planeta, para incrementar la venta de armas.

En una rueda de prensa, convocada al efecto, el recientemente nombrado presidente de Estados Unidos, de origen ítalo-americano, Luigi Di Franco ha declarado que “el mundo occidental no puede permanecer impasible ante esta barbarie.” Ha reclamado la firme unidad de la comunidad internacional; y una toma de posición clara y sin fisuras de los países más ricos e influyentes del planeta, refiriéndose explícitamente a los integrantes del G-8. En sus propias palabras, “nos encontramos ante una seria amenaza a la Paz mundial, que no solo puede alterar el equilibrio político del planeta, sino que existe un alto riesgo de que actué directamente en países más avanzados, alterando nuestra plácida convivencia con un reguero de muertes.”

Luigi Di Franco se ha ofrecido para que EEUU encabece una gran cruzada internacional contra el terrorismo. En la que “no nos debe temblar el pulso, a la hora de tomar acciones determinantes, para extirpar de raíz este mal que lleva tanto tiempo entre nosotros, y que todo indica, que se va a extender de forma preocupante.” El mandatario norteamericano ha expresado que “debemos actuar de forma expedita, pues nos enfrentamos a un enemigo difuso, escurridizo y extremadamente peligroso.” El líder internacional ha concluido su comparecencia ante los medios, declarando que para el mundo occidental, esto es una “cuestión de familia”.

La familia Kassagi celebra la boda de su hija pequeña en un palacete construido en mitad del desierto de Arabia. Abdel se ha vestido para la ocasión con un traje azul marino de chaqueta y chaleco hecho a medida. Sobre la camisa blanca luce una bonita corbata estampada con motivos florales. Es un distinguido y elegante hombre de negocios. Tiene unos 60 años, muy bien llevados. El pelo blanco, un cuidado corte de cabello, la cara afeitada, una figura estilizada. Si nadie te lo dijera, podría pasar por europeo. De pie, en el pasillo que recorre la muralla del edificio, el empresario árabe pierde su vista en el horizonte.

No muy lejos de él, sus dos hijos; Rahim, el mayor, y Alí, el pequeño. Hablan por el móvil todo el rato. Caminando de un lado al otro. Alí, guarda el teléfono en el bolsillo de su americana y se acerca a su padre, interrumpiendo ese momento reflexivo.

- Padre. He cerrado el trato con el gobierno sirio.

- ¿Y qué tal? ¿Todo bien? ¿Según lo acordado?- Pregunta Abdel a su hijo.

- Si, sí.- Le responde este.- Los lanzagranadas ya van camino de Damasco. Y el resto de la mercancía la están cargando en camiones en nuestros almacenes. Rahim se encarga de supervisar la operación.

- Me gustaría ver, en este momento, la cara que ponen los rusos, ellos que han abastecido siempre al ejército sirio.- Reflexiona el patriarca.

- Y lo que no saben es que nosotros acabamos de venderles fusiles de asalto a los terroristas islámicos de ese país.- Interrumpe Alí, buscando sorprender a su padre.

- Si lo saben hijo, sí lo saben. Ellos y la C.I.A. Tienen ojos por todos lados.

- Claro, padre. Los americanos. Ellos llevan vendiendo armas a los grupos terroristas sirios desde hace décadas.

- Desde los 80, si no me falla la memoria. Empresas relacionadas directamente con el Pentágono. – Abdel detiene la conversación por un instante, respira, traga saliva, y con cierta ironía continúa.- Pero que le vamos a hacer, a los americanos les falla últimamente la logística.

Rahim, que ha terminado de hablar por teléfono, recorre los escasos metros que le separaban de su padre y su hermano, y con el móvil, aún en la mano, se aproxima a ellos. El padre hace un gesto e invita a sus hijos a que se incorporen a la ceremonia.

- Dejemos de lado el trabajo.-Dice Abdel.- Hoy es día de acompañar a nuestra pequeña.

- ¿Nuestra pequeña?- se sorprende Alí. – Si va camino de los 40. Se casa por eso de la tradición…

- Da igual – dice el maduro empresario árabe- cumpla los años que cumpla, para mí siempre será mi pequeña.

El palacete donde se celebre la boda se mimetiza perfectamente con el entorno. Tiene el mismo color marrón claro que las arenas del desierto. Está construido con piedra. Pose una planta rectangular y la quinta parte de su superficie, la ocupa unos jardines delimitados por altos muros. El edificio se haya fortificado, y en las cuatro esquinas se alzan cuatro torres de vigía circulares, coronadas por bóvedas cónicas terminadas en punta. Las ventanas y las puertas, que dan al exterior y a los jardines, están rematadas con arcos de medio punto. El jardín está plagado de vegetación, exquisitamente cuidada. Árboles frutales a los costados y plantas enredaderas que trepan por las altas murallas. Arbustos que proporcionan vistosas flores de colores intensos. Dos fuentes, en los extremos, abastecidas por 8 chorros de agua cada una; y un estanque, repleto de nenúfares que las comunican, con barbos y ranas que habitan en sus aguas. Desde el estanque arranca un sistema de pequeñas acequias, incrustado en el suelo de cantos rodados del patio, que proporcionan el líquido necesario a la vegetación plantada junto a los muros. La explosión de color y agua de los jardines contrasta con la aridez del desierto, al otro lado de las murallas.

Los jardines se comunican con el amplio salón que alberga la fiesta nupcial. Al enlace han acudido importantes ejecutivos de las altas finanzas; tal vez no muy conocidos; pero sin duda de gran influencia. Sus actos son decisivos en los principales centros económicos mundiales: Nueva York, Berlín, Tokio; tal vez, no tanto, en Pekín. Consejeros delegados de corporaciones multinacionales. Altos funcionarios de países de los cinco continentes. Jeques árabes, hermanos. Acompañados por sus respectivas esposas, o por elegantes y bellas damas requeridas para la ocasión. No son personajes de primera fila, a Abdel le gusta ser discreto, no despertar miradas innecesarias hacia él. Por otro lado, lleva muchos años en los mercados internacionales. Sabe perfectamente con quién tiene que tratar. Abdel ha elaborado la lista de invitados al enlace de su hija con detenimiento, y ha efectuado un riguroso seguimiento de su convocatoria. Con muchos de ellos tiene negocios, y con los que no, aspira a tenerlos. Cuando Abdel y sus hijos hacen acto de presencia en la sala, los convidados acuden paulatinamente a estrecharle la mano.

- “Una boda preciosa”- Le dicen.

Al final del salón, sobre un puf de terciopelo color vino, reposan los novios vestidos con túnicas de seda. Ella con un velo corrido hacia atrás. Él con un turbante árabe. Se miran con los ojos chispeantes y se dedican sonrisas de complicidad, mientras sostienen en la mano una copa de champán. En un rincón próximo, un grupo de estupendos músicos de la zona interpretan una relejada música árabe.

Los asistentes pululan por la dependencia, ataviados con vestimentas exclusivas de corte occidental, salvo casos contados. Ellos con trajes de chaqueta o Smoking. Ellas con vestidos de fiesta de alta costura. No están sentados, forman improvisados corros en los que mantener una conversación. Corros que se disuelven y crean otros nuevos. Un nutrido equipo de camareros, estos sí, con indumentaria árabe, ofrecen en sus bandejas licores, cocteles y copas de vino y espumosos, moviéndose por todo el salón, mientras sortean cómo pueden los movimientos arbitrarios de los invitados. Colocados de forma estratégica, hay dispuestas mesas con manjares gourmet a las que los comensales acuden con discreción, toman una pequeña ración “delicatesen” y se alejan, en busca de un grupo de contertulios. Los camareros están pendientes en todo momento, de reponer la comida consumida.

El grupo de músicos árabes abandona la sala por el fondo. En una velocidad record, ocupa su lugar una pequeña orquesta de baile. Batería, guitarra, bajo, sintetizador, saxofón, trombón, trompeta; y una guapa mulata con la melena rizada teñida de rubio, que parece ser quién va a cantar. Tras saludar a los novios, sin previo aviso, la orquesta entona los primeros compases de una conocida canción de Beyoncé. Lo que era una informal sala de reuniones, se transforma en el acto en una concurrida pista de baile. La novia se incorpora del puf, emocionada, como si diera un salto. Coge la mano de su esposo intentando sacarlo a bailar. Él hace un gesto con la cara indicando que no le apetece. Ella le pone ojitos. Él no puede resistirse. La pareja de recién casados se sumergen cogidos de la mano entre el tumulto de bailarines.

Abdel y sus hijos, Alí y Rahim, con un puro habano en la boca y una copa de Chivas en la mano abandonan el salón y salen al jardín. Abdel pone un pie en la escalera de piedra con la intención de subir al pasillo adosado a la parte alta de la muralla. Sorprendido, alza la vista. Un misil teledirigido surca el cielo sobre sus cabezas y se dirige al palacete.

PUUUUUMMMM.

EL MISIL IMPACTA EN EL EDIFICIO.