"Cecilia, no tienes por qué estarle escribiendo de madrugada a Fabián. Él es mi esposo, así que deja de molestarlo, por favor".

Cecilia fue el primer amor de Fabián, pero ella se terminó casando con el hermano mayor de ese hombre. Sin embargo, a pesar de ser ahora su cuñada, había estado fastidiando a su exnovio durante los últimos días.

Aquello preocupó mucho a la esposa de Fabián, Elisa, quien decidió hablar en persona con la mujer.

"No me importa que estén casados, eso es solo algo legal. Es evidente que él está enamorado de mí. Pero no te preocupes, yo haré que te dejé para que venga conmigo", se mofó Cecilia.

En ese instante, se encontraban en la fiesta de cumpleaños número setenta de Santiago James. Él era el director ejecutivo del Grupo James, la empresa más conocida de Los Ángeles.

De repente, algunos camareros vinieron del jardín e interrumpieron el banquete.

"¡Ayuda! ¡Vengan, por favor! ¡La señora Elisa y la señora Cecilia se cayeron a la piscina!".

Los invitados fueron a la piscina de inmediato. Mas, antes de que pudieran hacer algo, Fabián ya se había arrojado al agua.

Para la sorpresa de todos, el hombre fue a salvar a Cecilia en lugar de a su esposa, quien se encontraba luchando por no ahogarse. Entonces, tras sacar a la mujer, se marchó sin mirar atrás.

Al final, la gente dejó de lado la escena en la piscina y entró en la villa junto a Fabián.

Después de mucho tiempo, Elisa logró salir del agua. No obstante, para cuando alcanzó el suelo, todos ya se habían ido.

Elisa sintió que a nadie le importó su vida, pues todos se fueron para cuando ella salió de la piscina. Aunque, en realidad, estaba acostumbra a ser ignorada por la familia James desde que se casó con Fabián.

La chica estaba yendo a cambiarse de ropa cuando fue detenida en las escaleras por su esposo.

"¿Cómo pudiste ser tan cruel y empujar a Cecilia a la piscina? ¿Acaso no sabes que está embarazada?", le reclamó el hombre con ira a Elisa, quien estaba totalmente empapada.

"¿Qué? ¿Cómo está Cecilia? Fabián, escúchame. Yo no la empujé, de verdad", explicó Elisa con impaciencia.

"¡Ella perdió a su bebé! Pero antes de desmayarse, me dijo que tú la empujaste a la piscina. Sé que Cecilia no me mentiría", respondió enojado.

"¡Yo no hice eso! ¿Por qué la empujaría? ¡Tienes que creerme!", refutó la chica con los ojos enrojecidos, llenos de tristeza.

"¡Cállate! Guárdate tu historia inventada para el abuelo". El hombre ignoró la desesperación en los ojos de su esposa e intentó llevarla a la sala de reuniones a jalones.

Como nieto más querido de Santiago James y futuro heredero de la empresa familiar, Fabián siempre había sido imparcial. Además, otra cosa que era muy particular en él era el gran odio que sentía por Elisa.

"Yo puedo caminar sola", dijo la mujer, soltándose del agarre de su esposo.

"Bien, sígueme entonces". Sin mirar a la chica, el hombre se adelantó y fue rápidamente hacia la sala de reuniones.

Observando la imponente figura de Fabián desde detrás, la chica se sintió abrumada por la pena. De hecho, ella no podía entender cómo es que solía estar tan obsesionada con un hombre que la detestaba tanto.

En la sala de reuniones, Santiago estaba furioso. El banquete por su cumpleaños fue interrumpido por un incidente en el que Cecilia había perdido al bebé que tendría con su nieto mayor.

Por lo tanto, cuando vio entrar a Elisa, arrojó su taza de café con furia. El líquido caliente cayó sobre la chica, quien no pudo evitar gritar de dolor.

"¡Arrodíllate!", le gritó Santiago a la mujer.

"¿Qué? ¿Por qué debería hacerlo?", preguntó ella con calma.

El señor James miró enfadado a su nieto y le dijo: "Fabián, ¿acaso estás esperando a que le dé explicaciones a tu esposa?".

Elisa quiso replicar, pero se quedó callada cuando sintió que el hombre apretó su hombro.

"Si no logras calmar al abuelo ahora, me divorciaré de ti". Fabián pateó a la chica por detrás de la rodilla, obligándola a arrodillarse en el suelo.

"¿Cómo puedes hacerme esto, Fabián? ¡Soy tu esposa!". Aunque Elisa sabía que él no la amaba, no podía soportar que el hombre con quien llevaba casada casi tres años fuera tan despiadado con ella.

La chica sintió un dolor muy fuerte en las rodillas, no obstante, eso era irrelevante comparado a lo que sentía en su pecho.

"Elisa, si confiesas lo que le hiciste a Cecilia y estás dispuesta a aceptar el castigo, podría permitir que te quedes en esta casa todavía", comentó Santiago.

"Ya les dije que yo no empujé a Cecilia. No me disculparé por algo que no hice y...".

De pronto, antes de que Elisa terminara de hablar, Santiago ya había arrojado otra taza al suelo con fuerza.

La taza se hizo añicos y los fragmentos impactaron contra la chica, a pesar de eso, ella no se movió.

"Fabián, espero que puedas persuadir a tu esposa para que se disculpe pronto. ¡Por el amor de Dios! Cecilia sigue en coma en el hospital y alguien debe responder por ello. ¡Pobre mujer!", dijo finalmente el señor James para luego salir de la sala de reuniones.