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Lo que mas desea el rey

Lo que mas desea el rey

Autor:Jahzeel Adianez Palomera Amarill

En proceso

Introducción
Guillermo, un chico de 15 años, tiene una vida normal, en el reino sur de España, desde pequeño ha sido señalado por su aspecto extraño y poco comun, gracias a esto, sufre ataques de panico y baja autoestima, trata de vivir con ello, hasta que un dia asiste a una fiesta donde conoce a un chico que no piensa igual que los demas y mira a Guillermo como una persona linda, ahi es donde la vida de este joven cambia por completo.
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Capítulo

  Hoy era el día más horrible del año, pues hoy era el cumpleaños del Rey, todo el reino tenía que celebrar, sin importar si tenías dinero o no, todos y cada uno de los habitantes del reino tenían que parecer felices pues el Rey daba un paseo siempre en este día, aunque era extraño pues nunca mostraba su rostro, sólo su mano sobresalía del carruaje y saludaba a todos, además un guante blanco siempre cubría su mano, sólo los que vivían en el castillo sabia como era su aspecto físico, algunos decían que estaba maldito y el sol lo hacía enfermar, siempre me divertía con los rumores que había en el reino, otro de los rumores más famosos era que el joven príncipe mato a su padre para así ser el Rey y que por eso fue maldito de no poder ver el hermoso día bajo el sol.

  Ya estaba ocultándose el sol, la noche estaba por caer, yo estaba en casa con mis dos hermanos menores, cocinaba para ellos pues mis padres trabajaban en el castillo y los dejaban regresar a casa una vez al mes sólo un día, así que yo tenía que hacerme cargo de Carol y Joseph, unos gemelos que han vivido durante 96 lunas llenas

8 años

y yo actualmente he vivido 180 lunas

15 años

, de hecho hoy cumplo 181, ahora que veo el cielo me doy cuenta de ello, pronto podría trabajar como caballero en el castillo, era evidente que odiaba el Rey, pues tenía todo el dinero del mundo y nunca sufría de hambre o de frío, como lo hacíamos los demás, pero el ser un caballero era el trabajo mejor pagado en el reino y esa era mi meta, así podría llevarme a mis hermanos al castillo y nunca más sufrirían de frío o algo similar, mi padre alguna vez lo fue, pero después de una batalla fue herido de una pierna y lo rebajaron a otro empleo mediocre.

  — Como me veo Guillermo? — pregunto mi pequeña hermana mientras salía de su pieza, tenía puesto un vestido muy bonito y su cabello estaba peinado con dos trenzas pequeñas que se dirigían a la parte trasera de su cabeza mientras todo el demás cabello castaño caía sobre sus hombros, era tan hermosa y temía el día que creciera, pues cuando tuviera las mismas lunas que yo de vida, la tendría que casar con un hombre que pueda mantenerla como una reina.

  — Oh Dios! ¿Quién es esta doncella tan hermosa, acaso una princesa? — empecé a decir exageradamente falso mientras observaba como ella sonreía — lamento mi educación su majestad — me arrodille sobre una de mis piernas frente a ella — a que le debo el honor de su preciosa presencia? — antes de poder seguir con mi actuación sentí como me abrazaba y yo sólo correspondí.

  — Eres un tonto — escuche que me decía mientras se separaba del abrazo.

  — Tonto de amor, por ti — confesé pues era la única mujer que amaba, de hecho, nunca me había gustado una chica desde que existo, temía que fuera una enfermedad y por no querer preocupar a nadie nunca he dicho nada, — ¿dónde está Joseph? — le pregunté después de ponerme de pie.

  — Se estaba poniendo los zapatos cuando vine a verte — me contesto mientras se acercaba a la chimenea para calentarse pues hoy hacia algo de viento y la casa ya era vieja así que poco nos cubría de esto.

  — Ahora vuelvo — le dije y camine hasta la pieza de mi pequeño hermano, sólo había una vela prendida a un lado de su cama y su mirada estaba en el suelo mientras yacía sentado a la orilla de su cama — ¿qué sucede Joseph? — pregunte mientras me acercaba a él.

  — Soñé con este día Guillermo... Soñé que íbamos al castillo y cuando bailamos, algo te pasaba, un animal te lastimaba y sangrabas mucho — me explicó y empecé a escuchar sus sollozos, con cuidado me senté a un lado de él y lo abrace con un brazo dejándome sentir un leve temblar en su cuerpo — no quiero que te pase nada, no quiero ir al castillo — me volteo a mirar mientras veía como lagrimas caían por sus mejillas rojas, estaba aterrado.

  — Oye! Tranquilo pequeño — dije mientras lo abrazaba, preocupado por su miedo — no pasara nada, sólo fue una pesadilla — intente tranquilizarlo — además es malo no ir a la fiesta del Rey, él nos invitó porque nuestros padres trabajan ahí, regresaremos temprano — le explique lo mejor que pude, no podía decirle que podrían matarnos si no íbamos a la fiesta en el castillo — anda...límpiate y vamos, me dijeron que habrá muchos dulces en la fiesta, deberíamos traernos un par a casa — nos separamos del abrazo y limpio sus lágrimas un poco más calmado con una pequeña sonrisa en sus labios.

  — Te apuesto a que puedo esconder más que tu — me reto ya como normalmente es él.

  — Oh! Entonces tendré que engordar pues traeré toda mi panza llena de dulces y ¡te ganare! — dije mientras empezaba hacerle cosquillas haciéndolo gritar y reír algo fuerte

  — ¡Basta! ¡Basta! — me pidió entre risas y me detuve, estaba completamente normal ahora — ¡vamos a por los dulces! — dijo mientras salía corriendo de la pieza directo a la sala con mucha energía, yo sólo sonreía mientras lo veía, el también era un chico con bonito rostro, mis hermanos habían nacido con ojos verdes, labios finos, cabello castaño y piel pálida, era lo normal en el reino, en cambio yo...bueno mi rostro era raro ante los demás, mis ojos rasgados, mis grandes mejillas a pesar de ser delgado, mi piel tostada y mi pelo negro sobresalían en el pueblo, decían que mi madre pecó con otro hombre y su maldición fue un hijo con apariencia extraña, por eso no tenía amistades o algo parecido, todos se alejaban de mí y eso a veces afecta a mis hermanos, algunos niños me tienen miedo...

  ~

×××

~

  Tenía a mis hermanos tomados de la mano mientras caminábamos al castillo, sólo estábamos invitados los pocos hijos de los trabajadores del castillo, además de los más allegados al Rey, éramos de las mejores familias, hablando de plata, no quería imaginar cómo es la vida de las personas que sólo trabajan en el pueblo, como los panaderos, los agricultores, trabajos así, empezaba a ponerme tenso mientras lo pensaba, debía ser horrible. Intente distraerme de aquellos pensamientos tristes y mire a los que caminaban al castillo junto a nosotros, había muchas doncellas jóvenes, tal vez con las mismas lunas que yo, todas muy bien arregladas, supongo que los rumores de que el Rey buscaba una reina habían llegado a sus oídos, no las culpo, si yo fuera ellas también me vestiría de forma tan llamativa y provocativa para sobresalir y así salir de la miseria y vivir con todo el dinero del mundo junto al Rey, quien según era joven y guapo, pero en realidad nadie estaba seguro de eso.

  — Bienvenidos, bonita noche — decían unos hombres a las puertas del gran salón, donde estaba el gran trono del Rey, este estaba decorado con espadas brillantes hechas del metal más duro que existía, el hierro oscuro, mire el trono pero nadie estaba sentado ahí, estaba decepcionado, pensé que hoy podría ver aquel hombre que esconde su rostro, tal vez estaba gordo, al final comía lo que quisiera siempre, cerdo, vacas, cabras, de todo.

  — Podemos ir a ver los dulces? — pregunto Joseph a mi izquierda y sólo asentí mientras lo seguía, miré unos segundos más el trono, pero nadie apareció.

  Mis hermanos empezaron a comer manzanas con miel y más dulces que había en la mesa, yo sólo me dedicaba a cuidarlos y no fue hasta que desvié la mirada cuando note que varias personas al verme, se alejaban de la mesa, intente ignorar aquel movimiento pero note que mientras algunas personas me veían se susurraban cosas al oído, empecé a ponerme algo incómodo y tenso, no había hecho nada malo porque me miraban así, porque hablaban de mi como si fueran secretos, empecé alterarme mientras veía como eran más los que me veían con asco o miedo, no iba a resistir esto mucho tiempo.

  — Niños quédense aquí, iré a tomar un poco de aire — les avise a mis hermanos y camine lejos de ahí, empecé alejarme de las personas, sentía como mis ojos se llenaban de lágrimas mientras caminaba por el salón, subí las escaleras que rodeaban el trono Y más personas me veían aterradas, necesitaba correr, abrí la primera puerta que vi y gracias a Dios, está llevaba a un gran balcón, fue ahí cuando rompí en llanto, pues varios recuerdo invadieron mi cabeza, el rechazo de los niños, el asco con el que me miran todos...solo porque no era como los demás.

  — ¿Estas bien? — escuché que alguien preguntaba en un tono suave pero no pude evitar moverme de forma brusca por el susto, había un chico alto en el balcón.

  — Lo siento, pensé que estaba sólo — dije mientras limpiaba mis lágrimas rápidamente avergonzado — me iré enseguida — dije mientras daba media vuelta y tomé la cerradura de la puerta para abrirla.

  — Quédate por favor — me detuvo su voz, ¿acaso no me había visto? Tal vez la oscuridad no dejaba ver bien mi rostro.

  — Créeme, no querrás verme — dije intentando sonar divertido — soy un horrible monstruo — tal vez exageraba, pero ahora mismo así me sentía.

  — Entonces ya somos dos — escuche que me decía y podría jurar que él sonreía, por alguna razón su respuesta me dio escalofríos — anda...hazme un poco de compañía — dicho esto, solté la cerradura y lentamente me Di la vuelta para ver de nuevo aquel chico alto y fornido, vestía con poca ropa, no traía sacó y su camiseta estaba algo abierta de los primeros botones — cómo te llamas niño? — pregunto mientras me acercaba a él dejando que mi rostro se viera por la luz de la Luna, él sonrió al verme, acaso se burlaba de mí?

  — Mi nombre es Guillermo Díaz — dije tímido y bajé la mirada para que no pudiera verme más.

  — Es un placer Guillermo, mi nombre es Samuel, ahora me gustaría saber porque un joven como tú se tiene que esconder para llorar — en ese momento sentí como me ponía rojo hasta las orejas, su voz me tranquilizaba de cierta forma y se escuchaba sincero, ¿acaso no le daba asco como los demás? Y también...

  ¿Porque me dijo que él también era un monstruo...?