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La Mejor Versión de Mi

La Mejor Versión de Mi

Autor:K. G. Y. Gall

Terminado

Introducción
Victoria Grey es una mujer que está enamorada del guapísimo Maximiliam con quien logra casarse gracias a sus familias, lamentablemente su matrimonio no es lo que soñó por lo que decide huir para adoptar una nueva identidad y encontrar el amor.
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Capítulo

Mi nombre es Victoria Grey, soy la primogénita de la familia Grey, la cual es una de las familias más influyentes de Alemania y lamentablemente una de las más machistas.

Para mis padres, especialmente para mi padre, soy un error que no debió nacer o por lo menos no como primogénita.

Él quería un hombre que lo ayudara con la empresa automotriz que maneja y no una mujer que en sus propias palabras no son más que unas inútiles que solo saben gastar dinero.

Si, sé que suena un poco anticuado pero que se le puede hacer. Esta familia me tocó y no puedo más que aceptar la triste realidad.

Mi hermano Brasil Gray, quien obviamente es el segundo hijo, ha sido tratado como el heredero del gran imperio Grey y para mala suerte de mis padres él me adora, por lo que ha sido mi más grande consejero y cómplice.

Gracias a él logré graduarme en administración como la mejor de mi clase también me ayudo a conseguir mi maestría y estamos pensando como convencer a mi padre para que me deje estudiar el Doctorado en una prestigiosa universidad, pero bueno esa es otra historia.

Para Brail soy la mejor opción para liderar la empresa por lo que nuestro plan es hacerle creer a mi padre que mi hermano será quien siga con la empresa, pero en realidad me la dará a mí en un futuro. Por el momento le cedí todos mis derechos para mantener a mi padre feliz y así dejé de intentar manejarme.

En fin, ese era un sueño que veníamos planeando desde hace años por esa razón me he esforzado tanto, sin embargo, el destino es cruel e impredecible.

Todos nuestros planes se vinieron abajo el día en que mi padre nos reunió para darnos la grandiosa noticia de que yo me casaría con el guapísimo Maximiliam Schroder, heredero del imperio Schroder y dueño de la empresa Schroder que se centra en tecnología.

Mi hermano se negó de inmediato alegando que no necesitaban de los Schroder para avanzar, pero claro en ese entonces era una imbécil que sólo soñaba con casarse con el codiciado Maximiliam por lo que acepté sin pensar un solo segundo.

Si, yo siempre había estado enamorada de Maximiliam ya que crecimos juntos por lo que mínimo mi sueño se cumpliría y mantendría a mi padre feliz, así que acepte sin dudarlo ya que en mi cabeza todo era color de rosa. Ya me imaginaba mi vida a lado de Maximiliam, tendríamos una enorme mansión con un espléndido jardín y dos preciosos hijos que nos harían la vida imposible.

Que ingenua y tonta era, ya que no sabía que Maximiliam estaba profundamente enamorado de Ariadna Ferrer quien venía de una familia no tan prestigiosa como los Schroder por lo que su relación no era bien vista.

Juro que no lo sabía y de haberlo sabido no hubiera aceptado ese matrimonio, bueno a quien quiero engañar, si lo hubiera aceptado porque al fin y al cabo estaba destinada a ser una marioneta y que mejor que serlo que estando a lado del hombre que amaba.

Debí de haber rechazado ese estúpido acuerdo en el momento en que vi su rostro inexpresivo en el altar, en el momento en que me rechazo en la noche de bodas, tal vez cuando me pidió que durmiéramos en cuartos separados o cuando me humilló diciendo que era su amiga frente a sus socios.

Si, fueron un sin fin de señales que no supe ver por estar ciega, pero todo tiene un límite y yo he llegado al mío.

— Maximiliam quiero el divorcio — Le dije mientras desayunábamos como dos extraños en el comedor de esta enorme mansión que me hacía pensar en una cárcel con lujo.

Hoy iba a terminar con este falso matrimonio y de nuevo recuperaría mi libertad para rehacer mi vida a mi manera y sin que nadie se interponga en mi camino.

* * *

Entré a la oficina de mi hermano sin tocar. Su secretaria no me detuvo gracias a que sabía quién era por lo que no hubo ningún problema.

— Brail necesito tu ayuda — Dije apenas cerré la puerta.

Brail me miró confundido, dejó en el escritorio los papeles que previamente estaba revisando y llamó a su secretaria para que trajera dos cafés.

— Toma asiento — Me dijo y yo lo obedecí — Cuéntame que pasa.

— Maximiliam es lo que pasa — Conteste con frustración.

No entendía para nada a los hombres y mucho menos a alguien tan impredecible como Maximiliam.

— ¿Te hizo algo? — Brail preguntó enojado.

Antes de que contestara alguien tocó la puerta, Brail le pidió que pasara y Anna, la secretaría, pasó para dejar los cafés y marcharse.

— Le pedí el divorcio — Fui directo al grano.

El día anterior le pedí el divorcio a Maximiliam, creí que era la mejor decisión para los dos. Él no me amaba y aunque yo sí, ya me había cansado de todas las humillaciones que tuve que soportar durante dos largos años.

— Por fin — Expresó Brail con alegría — Estoy hay que celebrarlo.

Le lancé una mirada furtiva porque no podíamos celebrar la decisión que desataría el infierno.

— ¿Qué sucede, no estás feliz? — Brail temblaba de miedo por verme enojada.

— No, no estoy feliz — Me queje — Maximiliam no me quiere dar el divorcio.

— ¿¡Qué!? — Hasta mi hermano se sorprendió y confundió por lo que ya se imaginarán lo que yo sentí.

No se podía negar que el divorcio era algo que ambos queríamos. Él podría volver a casarse y está vez con el gran amor de su vida: Ariadna. Yo por mi parte tendría que soportar el regalo de mi padre, pero eso era algo a lo que estaba acostumbrada por lo que no me parecía un mal precio, sin embargo, el tonto de Maximiliam me quiere retener a su lado.

— Cuéntame con lujo de detalle lo que sucedió — Pidió mi hermano con preocupación.

***

Un día antes.

— Quiero el divorcio — Exprese justo cuando estábamos desayunando.

Estaba harta de que me tratara como un mueble más de la casa y estaba aún más harta de que mis sueños se vieran frustrados por él por lo que decidí dar fin a este infierno para poder rehacer mi vida como siempre lo había soñado.

Él se río a carcajadas. Durante dos años jamás lo había visto reír ni una sola vez y déjenme decirle que hice de todo para por lo menos sacarle media sonrisa, pero no lo logré y ahora se reía ¿Por qué le pedí el divorcio? Esto sí que era el colmo.

— Ahora si te luciste — Dijo con una maravillosa sonrisa que, de habérmela dado el día de nuestra boda, mi vida sería magníficamente perfecta pero no fue así.

— No es una broma — Le hice ver su error mientras ponía la expresión más seria que tenía.

Su expresión divertida pronto se transformó en una de rabia — ¿Qué dijiste?

— Qué quiero el divorcio — Repetí de la manera más segura posible.

Ya había tomado una decisión y no iba a dar marcha atrás para quedarme en casa como si fuera un trofeo, bueno que ni eso era para Maximiliam.

— ¿Para qué quieres el divorcio? — Su actitud era tranquila. Una vez más me di cuenta de que no le importaba en lo más mínimo, aunque pensándolo bien eso era lo mejor así me quedaba claro que jamás hubo amor entre nosotros.

— Para dejar esta porquería de vida — Bueno que esto ni siquiera se podría llamar vida porque todos los días me despertaba en una cárcel que tenía muchos lujos y degradaba lo que en realidad podía dar.

En esta enorme mansión estaba perdiendo los mejores años de mi vida y también el brillo que tenía.

Maximiliam sonrió perversamente — ¿Porque no lo dices como es? — No entendía a qué se refería — Si ya tuviste el valor de pedirme el divorcio ¿Por qué no eres sincera del todo? Te diré el verdadero porqué quieres divorciarte y es que no tienes el valor de decirme a la cara que quieres irte con tu amante.

No podía creer lo que me decía, ¿Yo un amante? Por supuesto que no. No tenía dinero propio, ni trabajo y ya mejor ni hablamos de tiempo ya que todo el día tenía que estar en la casa para que mi querido esposo no se enfadara por lo que ¿Dónde demonios conseguirían un amante?

Ya quisiera yo tener un amante con quien satisfacer mis necesidades, pero no, yo tenía que ser una mujer fiel que respeta el matrimonio, además de que claro no se me había presentado la oportunidad.

— Yo no tengo ningún amante — Repliqué.

— Me da igual si lo tienes o no, pero quiero que una cosa te quede claro y es que no te divorciaras de mi hasta obtener lo que quiero, porque no sacrifique mi felicidad para no obtener nada — Y así sin avisar se levantó de la mesa para ir a vestirse y después ir a su sagrado trabajo.

Desde entonces mis pocas salidas se volvieron nulas y cuando por milagro lograba salir siempre era acompañada por un guardaespaldas que le notificaba de todos los movimientos que hacía.

***

— Hermano tienes que ayudarme — Supliqué — No sé qué quiere — Estuve pensando toda la noche en cuál era su objetivo sin encontrarlo.

Cuando nos casamos le cedí todos los derechos que tenía sobre la empresa, él manejaba mis acciones y mi fortuna por lo que no tenía nada más que ofrecer.

Mi hermano sonrió con orgullo — Quiere la presidencia de esta empresa — Estaba sorprendida y si, tenía sentido.

Bueno, ahora me daba cuenta de que no todas mis decisiones eran malas ya que hace unos 7 años le cedí a mi hermano la empresa para calmar a mi padre y así me dejara estudiar una maestría en Inglaterra.

Gracias a esa decisión logré que Maximiliam no se quedará con la empresa.

— Maximiliam no es idiota y se casó contigo para satisfacer a sus padres. Una vez que te dejará completamente seca, te tiraría — Hizo bolita una hoja de papel y la aventó al bote de basura, sorprendentemente le atino — Justo así — Y después se casaría con Ariadna para vivir felices para siempre — Brail era muy inteligente por lo que no dude de sus palabras, aunque claro me hirieron.

Quién en su sano juicio aceptaría ser utilizada de esa forma, lo peor de todo era que mis padres sabían el futuro que me esperaba y no hicieron nada, sino que me sacrificaron.

— Maximiliam no se divorciará de ti hasta que consiga lo que quiera, sin embargo, eso es algo imposible ya que no pienso cederle mi puesto, así que solo queda una solución… — Mi hermano sonrió astutamente provocándome escalofríos.

— ¿Qué estás planeando?

Su sonrisa se amplió — Iras a tu casa y empacaras solamente lo necesario, en la noche uno de mi hombre irá a buscarte para sacarte del país — Abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó un sobre amarillo para después entregármelo, me hizo una seña para que lo abriera y así lo hice.

Para mi sorpresa había papeles que demostraban mi identidad, en ellos estaba mi fotografía lo cual era muy normal, lo raro era que tenía otro nombre el cual era Elizabeth Wells.

— ¿Ya lo tenías planeado? — Me di cuenta de lo que estaba pasando.

— Por supuesto, te conozco mejor que nadie y sabía que en cuanto abriera los ojos ibas a querer huir así que preparé todo — Me levanté de mi asiento y abracé a mi hermano con fuerza, al mismo tiempo que le agradecía.

La vida me dio a los peores padres y ahora me lo estaba compensando con un maravilloso hermano. Así que salí de su oficina y traté de no sonreír para no levantar sospechas.

***

En la noche.

Preparé una pequeña maleta que, por supuesto no tuve que esconder porque mi marido no se molestaba en estar en casa más que para dormir, gracias a eso pude preparar todo con total calma.

Brail organizo una reunión con Maximiliam para que no llegara a casa temprano, esto fue solo una precaución ya que estaba segura de que él no llegaría antes de la 1 am para evitar verme. Tanta era su repugnancia hacia mí.

A las 9:00 pm escuché unos toquecitos en mi ventana, me acerqué a ella para abrirla y encontrarme con un hombre que llevaba la cara tapada y de esta solo se podían ver unos hermosos ojos grises.

— Ábreme, me envió Anthony — Al escuchar ese nombre abrí de inmediato.

A Brail no le gustaba su nombre, así que decidió cambiarlo por Anthony y solo yo sabía eso, aunque jamás me imaginé que lo usaríamos como clave para escaparme.

El misterioso hombre tomó mi pequeña maleta y bajó a través de una escalera para después hacerme señas para que hiciera lo mismo y así lo hice.

Me guio a través de la mansión, tratando de evitar a los guardias que parecían evitar mi salida a la de los extraños.

El extraño hombre me llevó hasta su auto y de ahí condujo hasta llegar al aeropuerto donde tomaría un avión comercial para evitar sospechas con mi nueva identidad e irme a Londres, donde comenzaría mi nueva vida como yo deseaba.