¿Conoces esas historias en las que el protagonista es un marginado al que nadie quiere, y cuyos seres queridos han muerto o le han abandonado, dejándolo solo en el mundo? Alguien lamentable, casi invisible para los demás. No hay nada extraordinario en él, y tampoco le aguarda un gran destino cuando llegue a la edad adulta.
Pues sí, esa es mi historia.
Me llamo Alora Dennison y estoy a pocas horas de mi Ceremonia del Despertar, a la avanzada edad de dieciocho años, sin que a nadie le importe que esté allí, sin apoyo, sin familia y definitivamente sin amigos. Supongo que he florecido tarde. No es que eso sea inusual en mi linaje, ya que, por lo que puedo recordar, casi todas las mujeres de mi familia despertaron su lobo interno hacia el final de la adolescencia. Lo mismo sucedió con las otras chicas que están atrapadas en el orfanato conmigo. Es otra de las razones por las que nos despreciaron y nos abandonaron en este agujero infernal al que llaman hogar.
La ceremonia me tiene muy ansiosa y me hace caminar sin descanso por la habitación que comparto con Vanka. Ella es como yo, aunque a pesar de los años que hemos pasado juntas en este lugar, nunca nos hicimos amigas. Ella, al igual que los demás, me dejó en claro que no le agrado y mantiene su distancia conmigo. Nos toleramos mutuamente, pero nunca se pudo establecer un vínculo entre nosotras.
Soy una huérfana sin importancia cuyos padres murieron en la guerra de hace diez años contra los vampiros. Vanka también lo es, pero eso no hizo que empatizara conmigo. Supongo que es porque ella pertenece a una rama de la manada Santo y ellos odian a la manada Whyte desde mucho antes de la guerra. Éramos enemigos hasta que los vampiros nos unieron, y las viejas cicatrices y los rencores no son algo que los lobos olviden fácilmente.
Solo éramos dos niñas pequeñas sin ningún pariente cercano ni tutor, dejadas a su suerte en este lugar para cachorros no deseados, para que viviéramos nuestros días de forma discreta. Habría sido preferible acabar con nuestra miseria en aquel entonces que dejarnos vivir como parias entre nuestra propia gente, nuestra propia especie. Nos repudian porque somos el vergonzoso recuerdo de que sus propias manadas les fallaron. No creo que supieran qué más hacer con nosotras. No teníamos a nadie que nos cuidara ni nos criara adecuadamente, y todos pensaban que estábamos malditas. El fracaso de nuestras familias es una carga que llevamos marcada de por vida en el rostro.
Me sorprende que las jóvenes como nosotras lleguen a realizar la ceremonia, ya que es algo sumamente importante, a diferencia de nosotras. Somos un poco como los niños perdidos en el País de Nunca Jamás, salvo que ninguna de nosotras quiere estar aquí y crecer es nuestra única salida.
La Ceremonia del Despertar es, en cierto modo, como la graduación de la secundaria. Dejas de ser un niño para convertirte en adulto y normalmente descubres tu lugar en la manada y consigues una pareja. No me estoy haciendo ilusiones de que eso le vaya a suceder a ninguna de las que nos convertiremos esta noche. Somos tres huérfanas y según escuché, cuatro jóvenes de las manadas de los alrededores. Solo somos un puñado de chicos intentando liberarnos y encontrar nuestro camino, todo en presencia de la Gran Comunidad.
La Gran Comunidad está conformada por las doce manadas del Estado. Todos se reúnen en la Roca de la Sombra para ver que te transformas completamente por primera vez, bajo la primera luna llena de tu mes de nacimiento. No es difícil saber cuándo estás listo. Las semanas previas a tu cumpleaños, empiezas a cambiar en pequeñas cosas y, m*ldita sea, cómo duele. Es como si tus entrañas se revolvieran en tu interior, causándote un intenso dolor que no puedes controlar.
Las señales son bastante obvias para todos. Es como la pubertad para los hombres lobo, supongo. Te desarrollas, tienes más fuerza física, agilidad, y experimentas un enorme aumento de apetito y agresividad. En un instante empiezas a transformarte dolorosamente y luego se disipa con la misma rapidez, por lo que no llegas a completar tu primera transición, pero todo el mundo se entera, y nadie puede ocultarlo. Sabes que el dolor de la primera vez te espera en la luna llena después de tu cumpleaños.
Algunos lo experimentan más tarde en la vida, y otros antes. En general, la edad a la que te conviertes es una señal de tu posición en la jerarquía. Cuanto más tardas, más débil es tu ADN, dicen los ancianos de Santo, pero mis padres nunca mencionaron nada de esto cuando yo era joven. Es por ello que convertirme a los dieciocho años me sitúa muy abajo en la jerarquía y confirma que mi linaje no es el de los guerreros, ni lo suficientemente fuerte como para ser relevante. Vanka tiene dieciséis años y también se transformará esta noche, lo cual es inusual, ya que por sus venas corre sangre de la familia Santo, y debería haberlo hecho mucho antes. Supongo que esa es la razón por la que fue rechazada como uno de los suyos.
Me refiero a los Santo, la manada reinante en el Estado, en la que todos sus miembros se han convertido antes de los diez años. Colton, el próximo heredero como Alfa, tiene diecinueve años, es el señor de todo en nuestro reino y ha estado trabajando con la manada desde que tenía apenas ocho años.
Todos y cada uno de los miembros de su familia regresaron de las guerras, lo que demuestra la pureza de sus genes, su fuerza y sus habilidades en la batalla. Colton está destinado a tomar el relevo de su padre como Alfa algún día, y tal y como van las cosas, no solo será Alfa de la manada Santo, sino de todos nosotros. Algo sin precedentes, pero que significará un nuevo amanecer en la vida de las manadas.
Ese chico Santo no es un tipo agradable, pero nadie de su familia lo es. Se pasea rodeado de su submanada, menosprecia a los que son como nosotros y nunca hace contacto visual ni responde a nadie que esté por debajo de su posición. Así son las cosas aquí, el dominio y la fuerza lo son todo para los lobos. Él tiene la arrogancia de su padre y sabe que todas las hembras que llegan a la pubertad están deseando convertirse en su pareja. Todavía no se ha emparejado o marcado oficialmente y, a pesar de tener siempre a la misma chica a su lado, seguirá siendo un partido deseable hasta que lo haga.
Es moreno y realmente apuesto. Mide más de dos metros de puro músculo e irradia agresividad sin pretenderlo, y cuando se transforma lo hace en un lobo negro azabache, uno de los más grandes entre nosotros. Creo que la única vez que realmente reconoció mi existencia fue el día que me apartó de su camino al pasar. Me tropecé delante de él en el pasillo del gran salón, y no parpadeó ni se inmutó mientras me empujaba hacia atrás con violencia, como si fuera un trozo de basura cualquiera. Todas las chicas se rieron de mí mientras caía de c*lo y patinaba hacia el cubo de la basura, y me aseguré de no volver a cruzarme en su camino.
No es que nos crucemos muy a menudo. Yo vivo en el orfanato y voy a la escuela cercana que se construyó exclusivamente para los de nuestra especie, lejos de la gente "normal". Él iba un año por delante de mí, así que no coincidimos en todo ese tiempo, y como vive con su manada en el lado sur de la montaña, y solo viene al sombrío norte cuando es necesario, nunca lo veo a él ni a ninguno de sus subordinados, y tampoco al resto de la gente que evita a los "rechazados".
Nuestra gente se trasladó de las zonas circundantes y se estableció en la montaña después de la gran guerra, manteniéndose unidos para protegerse y que nadie volviera a marcharse. El padre de Colton es el Alfa Dominante no oficial y le gusta controlar a todos en la manada cuando lo considera oportuno. Desde que Colton se graduó de la escuela, solo lo vemos cuando está al lado de su padre para las visitas oficiales, gobernando su nuevo reino de manadas obedientes y sumisas, manteniendo la ley y el orden.
Se rumorea que los vampiros se han estado preparando y reuniendo durante varios meses, quizás incluso años, para retomar fuerzas y desatar una nueva guerra contra nuestra especie. Siempre supimos que lo harían. Ganamos la guerra, pero no los derrotamos como queríamos. Muchos sobrevivieron y llevan casi diez años ahí fuera, recuperándose y lamiéndose las heridas. La paz ha durado mucho tiempo, pero hay tanta inquietud y malestar en el aire que las manadas convocaron una reunión hace un mes para decidir nuestro futuro. Nuestros sentidos están en alerta y sabemos que se avecinan grandes problemas. Los ancianos creen que unirnos en una sola manada es la respuesta a la guerra que se está gestando. No es que esto cambie mucho las cosas, ya que llevamos una década viviendo así.
Sin embargo, nunca estuvimos unidos bajo un solo Alfa. Luchamos como manadas separadas y eso casi nos destruye. No había un liderazgo en conjunto y eso significó que manadas como la mía, conocidas por su vida pacífica y su agricultura, fueron prácticamente aniquiladas. Muchos de nuestros parientes nunca regresaron y los que lo hicieron, cambiaron para siempre. Aquellos que, como yo, perdieron a todos sus seres queridos, como mis padres, abuelos, tíos y mi hermano... somos rechazados por los demás, quienes prefieren fingir que nunca sucedió. Mi familia se perdió para siempre, ninguno de ellos regresó y por lo tanto a los ojos de la jerarquía de la manada... mi linaje es débil. Ya no quieren reclamarnos como miembros de su especie y seguro que no quieren que procreemos y transmitamos nuestros genes a futuros lobos.
Los guerreros regresan a casa. Los débiles no.
Nunca estuvimos preparados para la guerra.