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Con Todos mis Parejas

Con Todos mis Parejas

En proceso

Introducción
"Te daré una última oportunidad para que subas y te disculpes de la forma que yo quiera o de lo contrario", el crujido de sus huesos fue todo lo que oí mientras cerraba sus manos en apretados puños. "Te rechazaré", declaró mientras enderezaba la espalda. Me quedé helada al ver cómo el hombre del que me había hecho amiga a los 12 años y del que me había enamorado a los 15 declaraba que me rechazaba. "Sube como una niña buena y lo arreglaremos en la cama", se hizo a un lado, ofreciéndome una última oportunidad de tomar una decisión que cambiaría mi futuro. Bajé la cara y cerré los ojos, dejando que las lágrimas cayeran libremente mientras mi loba Unna lloraba dentro de mí. "¡No!" Murmuré en tono derrotado, "¡No!". Repetí y esta vez, alcé el rostro para mirarle a la cara cuando expresé mi respuesta. ¡No podemos permitir que nuestra pareja nos engañe! Parecía decepcionado, apuesto a que pensaba que aceptaría su oferta por miedo al rechazo. "Bueno", se aclaró la garganta, preparándose para decir las palabras que iban a debilitar aún más a Unna. "Yo, el Rey Alfa Calixto Sagus de la manada Flujo Lava rechazo a la Omega llamada Edurne Failes", en cuanto me rechazó, mi cuerpo tembló y caí de rodillas. Se había acabado para mí. Como me acusaron de atacar al Rey Alfa, me enviaron a la fuerza a La Academia de las Bestias, que es un castigo para los hombres lobo que están fuera de control. Ahora estaba dentro de mi nuevo hogar, mi dormitorio, pero lo que me sorprendió fue el hecho de que tenía compañeros de cuarto y no unos compañeros ordinarios. Eran hombres lobo hermosos. *** Ser un humilde Omega nunca es una tarea fácil. Todo lo que Edurne quería era vivir una vida pacífica con su pareja. Nunca esperó ser rechazada y maldecida por su pareja para nunca encontrar otra. Pero como dicen, la vida siempre está llena de sorpresas. Cuando la Diosa de la Luna da una vuelta de tuerca al destino, Edurne se encuentra en una habitación llena de compañeros, todos Alfas y atractivos, todos esperando mi amor...
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Capítulo

Soy Edurne Failes, una omega de la manada Flujo Lava cuyos padres murieron cuando apenas tenía 6 años, razón por la cual permanecí en un orfanato hasta que fui adoptada por una familia Gamma a la edad de 12 años.

Cualquiera podría pensar que mis miserias acabaron cuando eso pasó, pero lamentablemente, no fue así. Y es que el acoso comenzó, puesto que no le agradaba a nadie en la manada; de solo verme les hacía querer arrancarse los ojos.

De alguna manera toda mi vida he creído en el hecho de que toda esa tortura llegará a su fin una vez que mi compañero me acepte y consiga una posición respetable en la manada. Pero, ¿será que eso pasará? Solo podía esperar a que sí.

*

Llevaba caminando unos cuantos minutos bajo el sol con el objetivo de llegar a la escuela, y durante todo ese tiempo, nadie me deseó feliz cumpleaños. Hasta ese momento no había recibido ningún mensaje de texto de mis amigos, ya que no los tenía, ni tampoco de mi familia. Y pensar que ese día cumplía 18 años. Se suponía que las personas se alegraran por eso.

Pero la vida era más que dura para mí, por lo que no me pareció raro. Aun así, contaba con alguien y era su mensaje el que más esperaba. Sin embargo, algo más llegó antes.

Me encontraba perdida en mis pensamientos cuando alguien desde un auto que pasaba rápido me arrojó agua encima. Algo normal en mi vida diaria llena de maltratos, aun así, eso no me impidió reclamar.

"¡Aléjate del Rey Alfa, pequeña p*ta!". Quienes me hablaron eran los amigos del Rey Alfa Calixto: mi compañero.

Me odiaban porque yo era una Omega y estaba saliendo con Calixto.

"¡Id*ota!", grité a todo pulmón justo cuando me aseguré de que el auto se había ido. Y es que no quería meterme con ellos y acabar molestando a Calixto.

Después de todo, ese podría ser el día en que él me presentara a su padre; el Señor Sagus. No podía tomar riesgos.

Empapada, comencé a caminar de regreso a casa para cambiarme primero y luego regresar a la escuela.

No fue sino hasta que llegué allí que me sorprendí al ver la puerta abierta de par en par. Sin duda mi hermana había olvidado cerrarla. ¡Ah, esa chica!

Con ese pensamiento en mente, entré a la casa y subí corriendo hacia mi dormitorio, el cual se ubicaba al lado de la escalera.

Sin embargo, me detuve en la puerta cuando escuché un ruido proveniente de la habitación contigua a la mía.

No era un ruido normal de mi hermana cantando, pensando que era una estrella del pop, sino que era su fuerte g*mido. "¡Aaah! M*telo todo dentro de mí", parecía estar suplicando.

Y el reconocimiento instantáneo de lo que estaba pasando me puso la piel de gallina. Entonces me acerqué a la puerta.

Sí, no debería estar escuchando a escondidas los asuntos personales y s*xuales de mi hermanastra, pero me dio curiosidad porque ella se había metido en muchos problemas en el pasado.

"¡Por favor!", la escuché suplicar de nuevo y sentí ganas de irrumpir e interrumpirla. Pero luego pensé en que ese era su problema, que no debería intervenir y decidí alejarme de allí. Fue justo cuando me di la vuelta que escuché la voz del chico y mi corazón dejó de latir por un segundo.

"¿Por favor qué? Di que quieres que te meta mi p*ne y te f*lle como una p*ta. Dilo". Lo escuché decir, y la voz autoritaria, el acento áspero y la masticación de las palabras me hicieron reconocerlo.

"¡Calixto!", susurré su nombre en estado de shock.

Era mi compañero quien estaba en esa habitación haciendo que mi hermana rogara por su p*ne.

"¡Quiero que me f*lles fuerte Rey Alfa Calixto!", mi hermana gimió su nombre y mi cuerpo se estremeció tras la puerta. Sentí ira y humillación al escuchar a mi hermana y a mi compañero f*llando en mi cumpleaños número dieciocho sin ninguna preocupación.

Me sentía tan mal que las lágrimas escaparon de mis ojos, aún más cuando la escuché gritar, probablemente después de que él la p*netró.

Entonces pensé en si debería quedarme allí afuera, llorando hasta que ellos terminaran o si debía enfrentarlos; escogí hacer lo último.

Entré a la habitación con la garganta cerrada, incapaz de hacer algún sonido y lo peor de todo fue que ni siquiera notaron mi presencia. Calixto estaba muy ocupado emb*stiéndola y ella gruñía ruidosamente mientras tenía las piernas bien abiertas y extendidas sobre los hombros de él. Las manos de Calixto jugaban bruscamente con los s*nos de mi hermana y yo lo veía hacerlo. Lo cual me causó un completo trauma.

Aun así, me armé de valor y decidí hablar.

"¡Co... cómo pudiste!", tartamudeé casi asfixiada por mis sollozos y con los ojos llenos de lágrimas, pero ellos siguieron.

"¡Por qué!", exclamé en voz alta. Y fue finalmente allí cuando notaron mi presencia. De inmediato, Calixto se alejó de ella y corrió a recoger sus pantalones mientras Elif cerraba las piernas y se envolvía en una sábana.

"¿Qué es esto? ¿Cómo me explican esto?". Ahí ya les grité externando mis emociones, mi malestar y agonía mientras me limpiaba las mejillas y respiraba profusamente.

"¡Edurne! No es lo que piensas", intentó hablar Calixto mientras se ponía mal los pantalones. "¡Uf!", se quejó, quitándoselos nuevamente.

Y en ese momento, se me cortó la respiración aún más, por lo que me dirigí rápidamente a mi habitación, donde me dejé caer en la cama y comencé a inhalar y exhalar con fuerza, mientras mis manos empuñaban las sábanas.

Después de unos segundos, Calixto me siguió adentro y se arrodilló frente a mí sin demora.

"¡Edurne! No fue nada. Solo un momento de debilidad, y eso es todo", me dijo tratando de tomar mi rostro entre sus manos, pero lo alejé para escapar de su toque.

¡Olía a Elif!

"¡Edurne!", él se quejó ante mi acción. No le gustó que no le permitiera tocarme.

"¡Te vi con mi hermana!", sollocé mientras levantaba mi mirada para verlo. "Tú estabas...". Intenté decirle, pero era tan difícil. De solo mirar sus ojos color avellana, lo recordaba con Elif.

"Si sigues hablando de eso, ¿cómo lo olvidarás? No es como si me hubiera c*rrido dentro de ella o algo así", me dijo. Sonaba molesto porque lo cuestionaba. "Además, tú tuviste mucho que ver en esto", agregó mientras se burlaba. Ante su acusación levanté la ceja y fruncí el ceño.

"¿Dices que yo tuve que ver en que te hayas f*llado a Elif?", le espeté. Esa vez sin sollozo alguno; estaba demasiado sorprendida.

"Hace unos días, cuando quise tener s*xo contigo, me rechazaste", se excusó.

"Tú cumpliste 18 años antes que yo, te dije que esperaras a que yo también los cumpliera", le dije intentando hacerlo entender el motivo de mi negativa. Y es que yo no quería perder mi v*rginidad antes de mis 18 años.

"Entonces, si eso fue lo único que te impidió dejarme tomar tu v*rginidad, hoy que los cumples, ¿qué me dirás?", me preguntó a la ligera, como si no acabara de haberlo pillado con mi hermana hacía solo unos minutos antes.

Pero no le respondí. Quería saber si solo le estaba tomando tiempo procesar sus actos. Que, por cierto, ¿acaso no eran excusa suficiente para que no quisiera ac*starme con él al menos en ese momento?

"Dime, ¿cumplirás mis deseos ahora?", me dijo apoyando su mano en mi muslo. Ante lo cual tan estupefacta como si me hubiera dado una bofetada, hice una mueca y lo alejé con suavidad.

"¿Qué? Ahora tienes 18", aseveró tomando mis piernas con brusquedad y las levantó en el aire, haciéndome caer de espaldas en la cama.

"¡Ay! ¡Calixto! ¡Qué c*rajo!", grité mientras intentaba levantarme, pero él no me soltó. Si no que ajustó su cuerpo entre ellas.

"¿Qué estás haciendo? Déjame ir", le grité mientras seguía esforzándome por liberar mis piernas, pero seguía sin poder lograrlo.

"¿Por qué lo haría, ah? Eres mi m*ldita compañera", me dijo luchando mientras doblaba mis piernas sobre mi cabeza, haciendo que mi espalda sintiera un dolor insoportable. Lo cual no le importó, pues siguió su plan, tomando una de mis manos y usando su mano libre para alcanzar mis pantalones.

"¡No quieres que me f*lle a nadie más, y tampoco quieres que te f*lle a ti!", gruñó, esta vez estirando mis piernas para tirar de mis pantalones mientras yo los sujetaba, g*miendo de agonía.

"¡Así no es como funcionan las cosas, Edurne! Alguien tiene que convertirse en mi depósito de s*men", murmuró en voz baja y agarró mi otra muñeca para apartarla y poder quitarme la ropa por completo. Estaba decidido a f*llarme.

Acababa de encontrarlo engañándome, y aun así, quería aparearse conmigo a la fuerza antes de siquiera aceptarme. ¡Ah! ¿Cómo pudo siquiera pensar en eso?