Greta estaba sentada mirándose en el espejo de su tocador, no podía dejar de pensar en lo que había cambiado su vida en los últimos 3 meses.

Había pasado de ser una mujer comprometida a 6 meses de ser la esposa del que creía el amor de su vida a ser una mujer abandonada y engañada.

Mientras se acicalaba su larga melena oscura, no podía dejar de pensar en como Diego, al que creía un hombre honesto, la había engañado durante meses con la que creía su amiga.

No alcanzaba a comprender como no se había dado cuenta antes, como no vió que entre ellos había demasiada confianza, pero como iba a pensar que ellos la iban a traicionar de esa manera...

En el espejo se reflejaba el rostro de una mujer totalmente devastada, rota por el dolor de haber tenido que presenciar como su prometido daba placer a su amiga en la cama que cada noche compartían.

Sus ojos se veían tristes. Unos surcos oscuros eran la prueba de las noches en vela llorando. Su tez se veía pálida y sin brillo, su cuerpo cada día que pasaba tenía menos volumen debido a su falta de apetito.

Greta se había convertido en un despojo, un fantasma, era la sombra de lo alguna vez fue.

Se levantó de su asiento y miró alrededor, debía salir de ahí, no era sano seguir viviendo en el lugar donde alguna vez creyó que iba a ser feliz y terminó siendo traicionada.

Debía poner punto y final a ese dolor y continuar con su vida. No podía seguir sufriendo por algo que ya estaba muerto.

Sentada en la cama abrió el cajón de su mesilla para coger su teléfono. Llevaba días en silencio, no quería hablar con nadie, sólo necesitaba estar sola, pensar en lo ocurrido y vaciar el dolor a través de sus ojos.

Tenía más de 200 mensajes y muchísimas llamadas perdidas, entre ellos de Diego preguntado como estaba y rogando que por favor le cogiera la llamada que necesitaba hablar con ella, pero no quería saber nada de él así que lo bloqueó no sin antes dejarle un mensajito.

" ¿Como te atreves ni siquiera a pensar

en comunicarte conmigo? Eres un maldito sinvergüenza, sigue con la Zorra de Carla y olvída que alguna vez me conociste.

Y si alguna vez nos volvemos a cruzar ni se te ocurra mirarme, no quiero volver a verte en la vida."

Siguió mirando las llamadas y mensajes encontró uno de Alejandro, su jefe.

" Buenas tardes Greta,

Espero que ya estés mejor. Cuando veas este mensaje llámame necesito hablar contigo.

¿Te acuerdas que te comenté que en la sede de Barcelona querían una nueva editora? Pues he pensado que serias perfecta para ese puesto.

Estás más que preparada. Y creo que en este momento no te iría nada mal cambiar de aires. De todos modos, sabes que aquí tienes tu sitio en caso que no te sientas a gusto allí.

Llámame y lo hablamos"

Alejandro aunque era su jefe, siempre fue un gran apoyo, tanto profesionalmente como de amistad. Quizás tenía razón y un cambio le vendría bien.

¿Y si era el momento de salir de este pueblo y empezar una nueva vida?...