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El espejo sin Alma.

El espejo sin Alma.

Autor:Yurik Vázquez.

En proceso

Introducción
Esta es la historia de un hombre que ya entrado en los 40, después de haber perdido todo su estilo de vida, sus amigos, sus pertenencias económicas y hasta su familia, quedándose solo en la vida, un hombre ya experto en estar solo, ya que era hijo único, y sus padres también habían sido hijos únicos, y así, sin hermanos, primos, ni sobrinos, ni tíos, decidió recomenzar su historia al final de un fatal evento en su vida, con unas cuantas monedas en sus bolsillos y un par de viejos zapatos deportivos, inició un largo viaje siempre confiando en su buena suerte, que a la vez no era tan buena, porque aparentemente le empiezan a suceder cosas tan buenas, que tú pensarás que la tiene muy fácil, y como lector vas a querer estar en su lugar, y como lectora en el lugar de alguna de las coprotagonistas de la historia, pero cuando se desencadene la trama, te darás cuenta que en realidad no la tiene tan fácil, y en el intermedio de algunos emocionantes eventos, se desarrollará un drama tan emocionante, en medio de 2 intensos amores imposibles y uno casi inexistente, que te aseguro que no vas a querer estar en los zapatos ni de él, ni de ninguna de las coprotagonistas.
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Capítulo

Amanecía cuando inició su celular para checar la hora, y éste marcaba las 6:10 horas de aquel lunes 22 de Julio del 2019, se asomó por la ventana de aquel minibús de pasajeros para ver lo que ya esperaba, los litorales de aquella isla donde alguna vez pensó que jamás regresaría, tomó un par de fotos desde la ventana y una del oscuro interior del minibús de apenas 14 asientos, abrió su Facebook para cargarlas con un mensaje que decía: ¡Llegando a la isla del pecado! Y sin más compartió la publicación, esperando recibir comentarios de sus amigos.

Su viaje era en busca de trabajo y un poco después, ya bajando del minibús se sintió desorientado en la terminal, a pesar de que ya había ido varias veces e incluso vivido algunos años en aquella ciudad localizada a más de 1000 kilómetros de su ciudad natal, con apenas unos cuantos billetes en su cartera, aquel hombre ya entrado en los 40, que había sobrevivido a una grave crisis personal, que había durado un poco más de 7 años, en los cuales había perdido todas sus pertenencias económicas, su estilo de vida, su hogar y su familia, tan solo le quedaban el par de zapatos viejos que llevaba puestos, algunos cambios de ropa en su maleta, un celular de gama baja con la pantalla estrellada, una vieja laptop muy lenta, muchas esperanzas en su corazón y la firme convicción de que iba a recomenzar su vida, confiando en su suerte que a pesar de todo consideraba buena; ¿Y porque no? Si su salud era formidable y se encontraba en forma, además de los muchos años de experiencia en su oficio que podía comprobar, gracias a los documentos laborales que cargaba en su morral.

Tomó asiento en la banca de un parque adyacente a la terminal de autobuses, pensando en los pasos a seguir, ya que tenía algunas referencias de empresas que podían contratarlo, y volvió a activar su celular para ubicarse por medio del GPS y al abrir su Facebook, miró con alegría las reacciones de sus amigos deseándole suerte en su aventura, causándole una especial sonrisa. 

La publicación de un amigo que lo saludaba publicando un gif de Forrest Gump, saludándolo desde su barco pesquero en una escena de la película.

Entre las publicaciones había algunas solicitudes de amistad que decidió dejar para después, porque no podía darse el lujo de malgastar la pila de su celular, que tardaba poco más de 3 horas en descargarse, y en esa situación en la que tenía que decidir en qué gastar el poco efectivo que traía, porque si pagaba hotel tan solo le alcanzaría para una noche y si no, pues tenía para mal comer por lo menos 3 días, tampoco podía gastarlo en taxis y después de unos minutos de usar los sistemas de ubicación en línea, anotó las rutas y sus referencias en una libreta de tránsito, apagando su celular que marcaba las 8:10 horas y se preparó física y mentalmente para caminar los más de 5 kilómetros, en los que se encontraban las empresas que le interesaban, y tomando su maleta y su morral, se dispuso a cumplir con su objetivo de ese día.

Vistiendo zapatos deportivos, pantalón de mezclilla y una camisa sin botones de color azul, portaba un morral de piel en el que traía su laptop y una pequeña maleta negra con banda, en la cual apenas cabían unos cuantos cambios de ropa, aquel apuesto viajero de 45 años, más de 1,80 metros, cabello corto y oscuro, cuerpo atlético, tez blanca y ojos negros, recorrió todo el itinerario planeado y un poco más, sin conseguir entrevistas y apenas unos pocos datos para elaborar un nueva búsqueda para el día siguiente.

Ahora su celular indicaba las 18:46 horas de ese mismo día y ya había comido algo para entretener a su estómago, terminando sentado en la banca de la plaza principal de aquella ciudad, aunque estaba en forma porque acostumbraba correr diario de 5 a 10 kilómetros, entre su rutina de ejercicios que lo hacía tener un cuerpo atlético y bien formado, se sentía cansado por haber tenido que cargar con su equipaje por los 5 kilómetros programados que tal vez fueron 10, compró una bebida desconocida con un vendedor informal y mientras la bebía abrió su Facebook, por curiosidad y entre las publicaciones de sus contactos y comentarios a sus propias publicaciones, comenzó a revisar sus solicitudes de amistad que últimamente le llegaban de personas del otro lado del mundo y de países tan lejanos como Inglaterra. 

Ghana, Afganistán y Nigeria entre otros, la mayoría era de gente de raza oscura y como en su país no había gente de raza oscura, miraba intrigado y con curiosidad las solicitudes de amistad.