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Amor Oculto a Mi CEO Exesposo

Amor Oculto a Mi CEO Exesposo

En proceso

Introducción
Nunca supe que una mujer pudiera ser tan desvergonzada. Madison, mi mejor amiga, hija adoptiva de mi madre, fue atrapada en la cama con mi padre, haciendo que saltara mi madre desde el tercer piso. Cuando mi madre estaba en el hospital, esta desvergonzada se casó con mi padre y se convirtió en mi madrastra. ¡Qué ridículo! Fui a su boda y quise arruinar su matrimonio. Inesperadamente, me encontré con Jayden, el vicepresidente de una compañía nueva. Parecía que era el ex de Madison y esta aún sentía algo por él... Muy bien, para vengarme de esa mujer, puse algo en la bebida de Jayden y me subí a su cama. Cuando me arrepentí en la cama, el deseo se apoderó de Jayden y no me dejó dejarle... ¡¡¡Oh no!!!
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Capítulo

Nunca pensé que un hombre pudiera ser tan desvergonzado. Mi madre todavía estaba en el hospital, pero mi padre igual había decidido casarse con su am*nte. Esta fue la escena que me encontré cuando llegué a mi casa después de haber estado lejos por medio mes.

El jardín estaba lleno de hermosas rosas y un exquisito buffet. El ambiente era jovial con gente sosteniendo copas de vino y charlando amenamente. No podía creer que el novio, Ethan Clinton, que sostenía una copa de vino riéndose de alegría, era mi padre. 

Hace medio mes mi padre decidió que sería buena idea tener relaciones s*xuales con otra mujer cuando mi madre y yo estábamos en la misma casa. Esta mujer era Madison Austin quien se había criado con mi familia y solo era cuatro años mayor que yo.

Cuando los atrapamos, mi padre no nos explicó nada y solo declaró que quería casarse con Madison. La noticia destrozó a mi madre y terminó tirándose del tercer piso de la villa. Ahora estaba postrada en una cama de hospital.

Cuanto más pensaba en ello, más crecía mi odio. Podía escuchar la sangre correr por mis venas, el odio y la ira entrelazados en cada fibra de mi cuerpo, y de repente mi control se rompió con el abrumador deseo de matarlos.

Me adentré al banquete, agarré la foto de la boda y la estrellé contra el suelo haciendo que los fragmentos de vidrio volaran por todas partes. Esto no calmó mi rabia en lo absoluto, me hizo enojar aún más. Solamente quería agarrar sus felices rostros y romperlos en mil pedazos.

—Mia Clinton, ¿qué estás haciendo? —me gritó mi padre enojado con claras ganas de querer estrangularme. No se sentía culpable ni avergonzado.

—¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estás haciendo tú? —le respondí de la misma manera, con tanto odio, que mis dientes castañearon con la fuerza de mis palabras—. Mi madre todavía está en el hospital, ¿no podías esperar a casarte con esta p*rra?

Madison se acercó rápidamente y lo agarró del pecho para calmarlo. 

—No te enojes. Puedo entender a Mia, después de todo... —comenzó a decir, pero no la dejé terminar porque agarré una de las copas de vino y se la eché encima. 

—¡Madison! Realmente no tienes vergüenza, ¿verdad?

Todas las palabras maliciosas que sabía no eran suficientes para expresar mi rabia. Apreté la copa deseando de que pudiera aplastarla contra su cara. La mujer gimió cuando vio cómo el vino se expandía por el blanco de su vestido.

—Sé que no te agrado, pero pensé que después de que me casara con tu padre, podría ser una familia en el futuro. ¿No puedes dejar de lado tus prejuicios, por favor?

Oh, el mismo truco otra vez, ¿por qué tenía que ser tan hipócrita?Como todavía éramos pequeñas, sin importar lo que pasara, ella siempre fingía ser la que tenía la superioridad moral. Las personas que no la conocían realmente pensarían que ocasionaba problemas simplemente porque no me caía bien. Ella se acostó con mi padre y trataba de actuar como si yo fuera la loca por estar enojada. 

—¿Una familia? ¡Imposible! —le respondí rechinando los dientes y clavando mis uñas en la carne de mis palmas. Súbitamente, mi rostro fue golpeado violentamente. Tomada por sorpresa retrocedí unos pasos antes de perder el equilibrio y caer al suelo plagado de vidrios. Un sabor metálico apareció en mi boca y mis oídos comenzaron a zumbar. Mi padre me señaló con el dedo índice.

—¡Cállate! ¿No dijiste cuando te fuiste que no volverías? ¡Fuera de aquí!

—¿Cómo puedes ser mi padre?

Me quedé atónita durante unos segundos, y el dolor fue reemplazado por una abrumadora ira. Mi visión se volvió borrosa y lágrimas tibias comenzaron a aparecer en mis ojos. La gente alrededor comenzó a señalarme, así que bajé la cabeza derrotada, cerré los ojos y traté de contener las lágrimas.

—¿Mia? ¿Eres tú? —me preguntó alguien tapándome con su sombra.

—¿Señor Christian? ¿Por qué está aquí? —pregunté sintiendo que mi corazón se paraba por un segundo cuando levanté la vista y lo vi frente a mí.

Jayden Christian era el vicepresidente de una nueva empresa en la ciudad. La última vez que lo había visto, iba a confesarle mis sentimientos, pero al final desistí cuando me enteré que tenía novia. Desde entonces, había intentado evitarlo de todas las maneras posibles. Nunca pensé que lo volvería a encontrar en un momento tan vergonzoso, me sequé las lágrimas rápidamente y deseé que un rayo me cayera encima. 

—¿Por qué no te levantas? —me preguntó con tranquilidad con una mano en el bolsillo del pantalón. Estaba un poco nerviosa, así que me olvidé de mi entorno y de mi rodilla lastimada. Cuando me levanté, no pude soportar mi peso por lo que caí hacia adelante sobre su pecho. Jayden me tomó en brazos y su fragancia me envolvió. Me congelé antes de separarme rápidamente.

—Gracias, estoy bien —le dije, pero él no me soltó y su mano se quedó en mi cintura. 

—¿Por qué estás aquí? —le preguntó Madison con pánico. 

—El señor Clinton me envió una invitación. Cuando vi las fotos y los nombres, no lo creí completamente. No puedo creer que la novia seas tú. 

Su tono era controlado, pero había cierta emoción que no podía identificar en su rostro. No sabía si era decepción u otra cosa. Madison se mordió el labio, me dio la impresión de que quería explicarse pero no podía. Sus ojos se llenaron de lágrimas antes de dirigirse a mí.

—¿Se conocen?

Jayden me pegó contra su cuerpo y podía sentir la fuerza de sus músculos bajo su camisa. Nuestra posición no era completamente platónica, esto me puso nerviosa y contuve la respiración. 

—Nos conocemos muy bien —le respondió el hombre mientras me acariciaba la cabeza con dulzura. Me confundieron sus palabras. Antes había sido indiferente, así que este cambio de actitud me había agarrado por sorpresa.

—Jayden, no son compatibles, no tienes que hacer esto solo porque...

Se veía que había cierta historia aquí que no sabía por la intensidad de la mirada de Madison, pero la mujer rápidamente se controló cuando volteó a ver a mi padre. 

—¿Porque? —le preguntó Jayden con una mueca burlona, todos podíamos ver que algo había sucedido entre los dos.

De repente, pasé mis brazos por su cuello y me puse de puntillas para besarlo. Mi intención era que el beso fuera solo un contacto de unos segundos, pero él reaccionó agarrándome la cabeza y profundizándolo hasta el punto que me quedé sin aire. Mi corazón latió parecía a punto de salírseme del pecho e intenté zafarme, pero él me advirtió con sus manos que me quedara quieta. 

—Mia, ¿cómo puedes ser tan desvergonzada? —me gritó mi padre mientras me agarraba del brazo y trataba de separarme de Jayden.

—¿Cómo soy tan desvergonzada? ¿Qué derecho tienes para decirme eso? —le devolví con severidad mientras me soltaba. Mi padre se puso rojo de la rabia, intentó acercarse de nuevo para alejarme, pero Jayden lo agarró de la muñeca con una mirada llena de odio.

—Señor Clinton, tenga cuidado, hoy es su boda.

—Me das vergüenza, ¡vete de una vez! —respondió este al darse cuenta de que todos los invitados nos estaban mirando. Movió su mano para enfatizarlos. Intenté refutarle, pero Jayden me levantó en brazos. Solté un grito de sorpresa y lo agarré del cuello para no caerme.

—Vamos, ya que no te quieren en esta casa, te llevaré a la mía —me dijo mirándome con una sonrisa conspiradora. Me lo dijo en voz baja y sus palabras me golpearon tan fuerte que me mareé.

—Mia, si te vas de esta casa... —gritó mi padre detrás de nosotros pero Jayden siguió caminando sin amedrentarse y su voz desapareció rápidamente. Un sinsabor amargo me llenó la boca, esta había sido mi casa y ahora me había vuelto una extraña.

En el estacionamiento de la villa, el hombre se detuvo frente a un Buick. ¿Realmente me iba a llevar a su casa?

—¿No te vas a bajar? Creo que te metiste demasiado en el acto —me dijo con frialdad pero aún así amablemente.