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Difícil de contarte mi amor

Difícil de contarte mi amor

En proceso

Introducción
Ya habían pasado dos años desde que Benedict y Beverley se casaron, pero Benedict rara vez vino a este "hogar". Un hecho lamentable del matrimonio era que ella lo amaba y su amor nunca había sido correspondido porque Benedict ama a su primera amor, pero tenía que casarse con Beverley, con quien parecía tan difícil tratar. Por instinto, Benedict trató de conquistar a Beverley y le quitó la primera noche. Y esta estaba dispuesta a darle esa, aunque sabía que nunca se enamoraría de ella. Sin embargo, Beverley estaba equivocada...
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Capítulo

No había luz en la habitación porque era medianoche, solo las luces de neón de la ciudad se reflejaban en una esquina de la ventana. Cuando Benedict Macklin regresó a casa, Beverley Archer lo esperaba frente a la ventana girando una copa de vino tinto con la mano. Sus mejillas ligeramente sonrojadas contrastaban con su expresión indiferente, y su figura alta dibujaba una larga sombra. 

Su piel era más sensible por el frío invernal, así que ni bien el hombre cruzó la puerta, Beverley sintió un escalofrío recorrerle la espalda. El sonido de la puerta cerrándose le confirmó lo que había intuido. 

Dejó la copa a un lado y se le acercó como en un trance, le pasó sus pantuflas y él le dio su maletín para que lo guardara. Todo el intercambio fue en silencio y sin cruzar miradas, así que no notó la fina línea que habían formado los labios de él. 

El olor a vino flotaba en el aire, el hombre frunció el ceño con desagrado y encendió las luces. La luz la cegó por un segundo, así que los entrecerró ligeramente, y siguió con su camino por la casa. Se dio cuenta en ese momento que la conocía tan bien que podía moverse sin ver. 

Esta realización le produjo un amargo sabor de boca, pero lo ignoró y se alistó para irse a la cama.

Benedict la miró en silencio con el ceño fruncido antes de acercarse a la cama tirando de su corbata con irritación. Los ojos de la mujer estaban cerrados, pero su párpado derecho se movió suavemente y frunció el ceño suavemente cuando notó la intensa mirada del hombre. Algunas culturas creían que era un buen augurio cuando el párpado izquierdo se movía, mientras que si el párpado derecho lo hacía representaba mala suerte. Este pensamiento la puso incómoda. 

Intentó darle la espalda, pero la agarró de la muñeca y se le tiró encima. Beverley abrió los ojos con sorpresa y agarró las sábanas con fuerza. No pudo moverse. Benedict entrecerró los ojos ante eso, y la miró con desdén antes de atacar su labios de nuevo. 

Beverley se estremeció adolorida y probó el sabor metálico de su sangre. Centró su mirada en la del hombre y lo que vio no le gustó. El hombre se relamió los labios seductoramente como si se estuviera burlando de su incomodidad. Su rostro estaba medio oculto en las sombras: parecía un demonio sediento de sangre que acechaba en la oscuridad.

El rostro de Beverley empalideció, pero no dejó que se notara mientras apretaba los puños lentamente. 

—¿Terminaste? Quiero dormir. 

Nunca antes la había tratado de esta manera en los dos años que estaban juntos, sin embargo, podía ver en sus ojos que había algo diferente en él. Benedict soltó una risita por lo bajo antes de acariciarle con un poco más de la fuerza necesaria la herida que le había hecho en los labios. Beverly apartó la cara y cerró los ojos. Sus muñecas habían comenzado a temblar, pero el hombre sabía que su hermosa y obediente muñeca nunca le rechazaría ninguna de sus demandas.  

Detestaba que fuera tan impenetrable, le daban ganas de arruinar su perfecta imagen. 

Beverley sabía lo que estaba pensando, pero apretó los dientes y no emitió ni un sonido. El hombre soltó un suspiro irritado y la agarró de la barbilla para forzarla a mirarlo. 

—Señora Macklin, han pasado dos meses desde la última vez que nos vimos. Pensé que me extrañaría un poco más, ¿acaso se ha olvidado que es mi esposa? 

Beverley levantó la cabeza y notó una marca en el cuello de su camisa. La respiración se le cortó y sus labios se curvaron hasta formar una sonrisa cruel. 

—¿Realmente crees que eso es posible? Es nuestro segundo aniversario en unos días, nunca lo olvidaría. ¿Cómo quieres celebrarlo? —le preguntó suavemente con una mirada amarga que rápidamente ocultó—. Cumpliré con cualquiera de tus demandas siempre y cuando estés feliz con ello. 

—¿De verdad? —le cuestionó el hombre a lo que ella asintió, luego se quedaron en silencio, el cual era el método de conversación favorito de ambos. 

El hombre frente a ella era imposible de leer. Beverley no había podido descifrar sus intenciones, nunca sabía lo que pasaba por su cabeza. Estaba segura de que si no le hubiera dicho sobre el aniversario, ni siquiera se hubiera acordado. Habían sido dos años desde que se habían casado, pero en todo ese tiempo solo había venido al hogar de ellos en contadas ocasiones. 

Al recordar eso, Beverly hizo una mueca con los labios. Le lamentaba admitir que ella lo amaba, pero obviamente nunca había sido correspondida. Recordar su boda solamente le traía recuerdos amargos, no sabía si elegiría hacerlo de nuevo si pudiera regresar en el tiempo. 

Benedict presionó la cama con sus manos mientras observaba las emociones pasar por el rostro de la mujer. Sus ojos se enfocaron y su expresión se endureció. Nunca había pensando que le afectaría tanto lo que Beverly sentía. El silencio entre ellos duró mucho tiempo.

Justo cuando la mujer iba a preguntar si quería que le preparase la tina para que se bañara, Benedict soltó algo que no venía al caso. 

—Ella vendrá en unos días.