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El Reclamo del Rey Alfa

El Reclamo del Rey Alfa

Terminado

Introducción
Como Rey Alfa de todos los hombres lobo y licántropos, Alex necesitaba ser justo con todos. Gobernó con puño de hierro, cabeza firme y emociones equilibradas. Era perfecto en todo menos en uno. Tenía problemas con las mujeres. Desde niño odiaba a las mujeres. Nunca le gustaron y siempre las evitó. Sin embargo, ¿qué pasaría si una mujer se materializara repentinamente en su cama justo cuando estaba a punto de dormir? ¿Cómo podría evitarla entonces? Serin Welch, hasta donde tiene memoria, vivió una vida pacífica. Trabaja como voluntaria en un orfanato cercano en su comunidad, tiene una familia que la apoya y un trabajo estable. En realidad, nada era fuera de lo común hasta que compró un cuadro en una tienda de antigüedades. Pronto, extraños sueños comienzan a perseguirla y todo culminó cuando una voz incorpórea de una mujer le ordenó tocar el cuadro. Una vez que lo hizo, fue transportada a un mundo donde sólo existen hombres lobo y licántropos. Y no solo eso, ella se materializó en la cama del lobo más grande y malo del reino: el Rey Alfa.
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Capítulo

Serin

Pinturas.

Siempre he amado el arte, por ello, en cuanto sabía que habría una exposición cerca de Manhattan, estaba lista para ir a ver las obras y comprar una o dos pinturas. He adquirido incluso tres en una misma exhibición.

Prefiero los colores vibrantes y me fijo en los trazos que utiliza el artista, así como en la manera de integrarse en el lienzo y, por supuesto, en la composición en general.

Soy una verdadera apasionada de la fantasía. Amo los paisajes imaginarios, las criaturas míticas y los hombres y mujeres con ropas extrañas. ¡No lo puedo negar! Tengo una gran colección de ese tipo de obras. Estas han llegado a ser una parte esencial de mi alma desde que perdí a mis padres. No estoy segura de la razón, pero tocan una parte especial de mi ser.

Quizás el hecho de que mis padres fueron pintores tenga mucho que ver. Después de todo, ellos influyeron en mis gustos.

Pero en lo más profundo, sabía que había algo especial en este tipo de obras que yo no podía descifrar.

Un día lluvioso, mientras caminaba por el centro de Manhattan, me encontré con una tienda de antigüedades que estaba a punto de cerrar, ya que había caído en bancarrota. Las diferentes piezas estaban distribuidas por la acera; supuse que la dueña tenía la esperanza de que algún transeúnte las comprara.

De repente, vi un hermoso paisaje. Era impresionante, simplemente algo fuera de este mundo. La pintura mostraba una cadena montañosa cubierta de árboles, en otoño. En el centro, justo en la cima de la colina, se erguía un castillo plateado. Los detalles eran extraordinarios, incluso mágicos. No pude resistirme a su llamado, así que al final compré el cuadro; además, no quería que se mojara con la lluvia y decidí darle un hogar.

La dueña de la tienda de antigüedades era una mujer de aproximadamente sesenta años. Ella me ofreció un descuento, ya que la pintura tenía manchas en los bordes debido al paso de los años. Como sabía que su negocio había quebrado, lo rechacé, pues si pagaba el precio completo del cuadro la ayudaría de alguna manera.

"Que la magia esté siempre contigo", me dijo luciendo una enorme sonrisa, cuando nos despedimos.

Yo me encogí de hombros, sin pensar mucho en sus palabras. En ese momento no sabía lo que significaban.

* * * *

Llegué a casa y escogí un lugar en la pared que daba frente a mi cama, para colgar mi cuadro. Cuando llegó la noche soñé con criaturas mágicas, gigantes en el cielo, hermosas sirenas que nadaban en el océano y hadas escondidas en el bosque. Todo era tan hermoso que desee que no terminara nunca.

La siguiente noche soñé con el castillo de la colina. Era como si me estuviera haciendo señas para que fuera hasta allí. A medianoche, me desperté jadeando, sin saber exactamente qué me tenía tan alterada.

Llegó la tercera noche, y mi sueño me llevó al interior del castillo. Era un lugar enorme, con techos abovedados y paredes de cristal. En un abrir y cerrar de ojos, aparecí dentro de un dormitorio. Las sábanas de la cama estaban cubiertas con una insignia bordada, la cual representaba el perfil de un animal. Era un lobo rodeado de curvas, líneas y símbolos con los que nunca me había topado. Era maravillosamente colorido.

Pero lo que más llamó mi atención fue la persona que yacía en la cama. Era un hombre y, por lo que pude deducir, el rey del castillo, ya que llevaba una corona en la cabeza que lo hacía lucir todopoderoso.

Por supuesto, eso no fue lo único que hizo que saltaran mis ojos.

También fue cierta parte de su cuerpo que se erguía saludándome como una vara ubicada en la parte inferior de su cuerpo, abajo de su cintura, justo entre sus muslos. Su mano derecha curvada en un puño la envolvía firmemente como si fuera su segunda piel.

Cuando la mano comenzó a bombear y él gimió como si esa fuera la mejor masturbación de su vida, yo desperté.

Tuve que respirar profundamente para calmarme, a la cuenta de uno, dos, tres, uno, dos, tres, hasta que mi ritmo cardiaco se estabilizó.

Pero sabía que me estaba engañando a mí misma. Sentí que me mojé, estaba caliente, y muy molesta por lo que vi. Y así permanecí durante todo el día, hasta que llegó la cuarta noche.

En esa ocasión, el sueño no comenzó con nada mágico, pero tampoco con nada francamente erótico. Estaba sola en mi cama, acostada como un tronco, inmóvil; sin embargo, dentro de mi cabeza, escuché una etérea voz de mujer, que me llamaba para que me acercara y tocara la pintura.

Como si fuera una marioneta, lo hice.

Y, repentinamente, me desperté dentro del majestuoso dormitorio del castillo con el rey encima de mí.