Sabemos lo que somos, pero no sabemos lo que podemos llegar a ser —William Shakespeare.

　　11 años atrás...

　　Caminaba por los pasillos del tan lujoso castillo, todos tenían sus miradas en mi, realmente fue algo incómodo. Justo en la esquina me encuentro con mi hermano, Fredek.

　　—¿Sabes que sucede? Todos se me quedan viendo— Me quejo —Esas chicas no quitan la mirada de mi— Ese par de chicas me miraban, para luego murmurar...

　　—No lo se Irina, paso lo mismo conmigo hace un momento.

　　Un guardia de mi padre, se acerca hacia nosotros...

　　—Señor Fredek , señorita Irina, sus padres quieren verlos, Ahora.

　　—Vamos enseguida, gracias— Contesta Fredek.

　　Caminamos por los amplios pasillos del castillo, ambos preguntándonos para que quieren hablar con nosotros, ya que solo nos mandan a llamar cuando es algo importante, ser Rey y Reina de Rusia no es nada fácil, no tienen tiempo para nosotros. Llegamos a la habitación, los guardias que se encuentran cuidándola nos abren las puertas, veo a mis padres, que enseguida se ponen de pie al vernos. Pude notar los ojos de mi madre algo rojizos e hinchados, como si hubiese estado llorando unos minutos antes.

　　—Tomen asiento mis niños— Padre nos dice haciendo un gesto con las manos.

　　Inquieto, padre camina de lado a lado por algunos segundos, para después detenerse justo frente a nosotros.

　　—Su padre tiene algo que decirles...—Esta vez habla madre, lanzándole una mirada a padre diciéndole que continúe, ella se limita a agachar la cabeza.

　　—Chicos, lo que les diré es algo fuerte, les pido discreción...—Habla padre — Tienen un hermano...

　　—¿Madre esta esperando un bebé?— La emoción me inunda al pensar que tendré un nuevo hermano, y ya no seremos solo Fredek y yo.

　　—No cariño, no es así— Madre niega con la cabeza, aun con su cabeza mirando hacia abajo.

　　—¿Que?— Fredek habla algo confundido y sorprendido a la vez.

　　—Su madre no estamos bien, ya no sentimos lo mismo de antes—Comenta padre —Así que vi a Alena y, ustedes sabrán—Padre agacha la cabeza avergonzado.

　　—¿Alena? ¿Mi sirvienta?—La rabia comienza a apoderarse de mi — ¿Como pudiste hacerle eso a madre?—mi voz se escucha por todo el cuarto, juraría que también en el pasillo.

　　Me pongo de pie, abro la puerta con brusquedad y corro hasta llegar al siguiente pasillo. No puedo creer lo que padre nos confesó, madre es la mujer más valiente del mundo, hasta podría jurar que es perfecta, saber lo que padre le hizo me rompe el corazón.

　　—Irina.

　　Fredek está parado detrás de mi, da un paso y me da un abrazo, no voy a llorar, pero tampoco es el momento más feliz de mi vida.

　　—Lo resolveremos Irina, como siempre lo hemos hecho —Asiento y me separo del abrazo para caminar hacía el cuarto de madre.

　　Toco un par de veces la puerta, para luego abrirla, veo a madre sentada en el sofa, solo pensando.

　　—Madre—Hablo para lograr llamar su atención, al parecer ni se dio cuenta de mi presencia al abrir las puertas.

　　—Cariño... ¿Que haces aquí?— Pregunta secándose unas lágrimas que caían de sus hermosos ojos azules.

　　—Quiero saber, ¿como estas? —Toco unos de sus mechones rubios, para luego abrazarla.

　　—Estoy bien cariño, no pasa nada— Se separa del abrazo y me regala una sonrisa forzada.

　　—Odia a Alena, odio a su hijo.

　　—No tienes que odiar a Lev cariño.

　　—Como dices eso madre, ellos arruinaron nuestras vidas— En serio, ella tienen un corazón tan puro, sin nada de rencor.

　　—De alguna u otra manera pasaría hija, no permitas que tu corazón se llene de rencor, para alguien que no tiene culpa de lo que está pasando.

　　—Te quiero madre.

　　—Yo más cariño.

　　Me despido de madre con un beso en la mejilla, salgo de la habitación y camino sola por los pasillos, pensando, las palabras de madre me retumban por la cabeza "No permitas que tu corazón se llene de rencor, para alguien que no tiene culpa de lo que está pasando" me pierdo en pensamientos, hasta que choco con una persona en el camino.

　　—Ouh, lo siento—Dice el chico con el que segundos atrás choque.

　　—No te preocupes, discúlpame tu a mi—Le regalo una sonrisa.

　　—Me llamo Lev —Mi corazón se detuvo al escuchar esas tres últimas letras.

　　Era el.

　　El que destruyó a mi familia.

　　—¡Tu!—Lo miro con indiferencia.

　　Era idéntico a padre, algo más grande que yo, y no solo en altura.

　　Cabello rubio, unos ojos azules, casi transparentes, como el agua.

　　—Aguarda, ¿Tu eres Irina cierto?

　　—Si—Respondo cortante.

　　—Me entere que somos hermanos —Su sonrisa no desaparece de su rostro.

　　—En realidad medios hermanos —Corrijo —Algo muy distinto.

　　—Pronto me verán como el hijo del rey, igual que a Fredek.

　　—Te verán como el hijo con el cual tuvo con una sirvienta, el cual cuando sea mayor no accederá al trono— Rio— ¿Cres que puedes llegar a ser como nosotros? Estás muy equivocado porque nunca serás como yo o Fredek, Lev, nunca.

　　Con ambas manos tomo mi amplio vestido y camino hacia mi cuarto.