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Sabes mi amor a ti

Sabes mi amor a ti

En proceso

Introducción
Para ayudar a su padre a pagar las deudas, Caitlin Owen se convirtió en madre de alquiler de un hombre misterioso con el que se quedaba en la cama siete días seguidos. Sin embargo, los diez millones por los que cambió su dignidad y primera noche fueron arrebatados por su madrastra, lo que provocó que su padre se suicidara desesperado. Tres años más tarde, decidida a vengarse, Caitlin regresó a esa ciudad desgarradora. Por débil que fuera, Caitlin decidió buscar un respaldo fuerte. El soltero más rico y poderoso, Fletcher Baker, sería su elección perfecta. Para su sorpresa, tan noble como Fletcher, aceptó su pedido con la condición de que ella debe cuidar de su hija. El calor de una familia de tres personas perdida hace mucho tiempo curó gradualmente las cicatrices en el corazón de Caitlin. Justo cuando Caitlin decidió disfrutar del calor, descubrió un secreto oculto sobre Fletcher...
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Capítulo

"Caitlin Owen, veintiún años, graduada en Pluilsey. Virgen, con buena salud..."

El hombre sentado frente a Caitlin cerró los ojos después de leer la información, para luego fruncir el ceño ligeramente y preguntarle: "¿Seguro que quiere convertirse en una madre de alquiler?"

La chica se tiró del dobladillo de la falda con ambas manos, su rostro joven plagado de ansiedad y el pánico de la inocencia. "Estoy segura; me viene muy bien el dinero."

"¿Cuánto quiere?"

Ella se quedó atónita por un segundo, y luego respondió en voz baja: "Diez... millones de dólares."

El hombre endureció la mirada. "En aras de la discreción pertinente este proceso, no podrá abandonar este lugar durante los diez meses siguientes al momento de concebir, hasta que llegue el día del parto. Tampoco podrá contactar con nadie durante este tiempo. De nuevo le pregunto: ¿se ve capaz de acatar estos requisitos?"

Caitlin apretó las manos, respiró hondo y contestó con voz temblorosa: "Sí, pero tengo una condición."

"Digame."

"Una vez firmemos el contrato, quiero que me transfiera los diez millones a esta cuenta en cuanto me quede embarazada. Necesito el ingreso con urgencia."

Aparentemente solo le interesaba el dinero.

Un rastro de desprecio brilló en los ojos del hombre. "De acuerdo, no hay problema al respecto. Prepárese, su jefe estará aquí esta noche a las ocho en punto, y no estamos hablando de un hombre muy simple que digamos. Le recomiendo que haga todo lo posible por acelerar el inicio a antes de un mes; de lo contrario, es posible que no cobre nada por sus esfuerzos."

...

Eran casi las ocho de la noche.

Primero la asearon, y luego la enviaron a una habitación oscura en una especie de chalet apartado.

En dicha estancia reinaba un silencio sepulcral, acaso interrumpido por el rítmico chasquido del reloj de la pared.

No supo cuánto tiempo pasó allí metida, hasta que la se abrió de repente, al fin. Un hombre se alzó entre la oscuridad, pero no pude ver ni sus rasgos ni los detalles de su figura. Trató de resistirse a que la agarrase, pero su mano enorme la asió con fuerza y la arrojó sobre el enorme lecho.

"Diez millones... Es bastante eso, eh."

La voz fría y burlona del hombre resonó en la habitación silenciosa, haciendo que a Caitlin le diesen pinchazos el corazón.

Cerró los ojos con fuerza, se mordió el labio y lo apremió con voz temblorosa: "¡Deja de decir tonterías y hazlo de una vez!"

El hombre pareció resoplar con desdén, y acto seguido se hundió en ella.

No le faltó el dolor, desde luego.

La chica se dio una dentellada en el labio mientras miraba hacia arriba, con las lágrimas cayéndole sin remedio por el rostro.

Solo tenía que sobrevivir a aquella noche, un sacrificio gracias al cual conseguiría salvar a Owen Group y su padre no tendría que ir a la cárcel por evadir el pago de sus deudas pendientes.

Soportó el dolor, lo agarró por el cuello y le besó en la boca, para luego seducirle con su atractiva y joven voz: "Empuja más... Más fuerte..."

El hombre respondió con indiferencia al oído. "No te me eches atrás luego."

......

Esa noche, Caitlin casi murió. Se sentía como un pelele maltrecho y apalizado, apenas capaz de mover un músculo.

La luz del sol le deslumbró los ojos desde el exterior. El hombre ya se había ido. Una criada abrió la puerta y entró dentro de la habitación, tras lo cual se dirigió a la muchacha con sequedad: "El amo seguirá viniendo aquí todas las noches hasta que se quede embarazada. Si pasa un mes y no lo consigues, cogerá sus cosas y se marchará sin falta."

Caitlin apretó los puños. Estaba resuelta a que aquella odisea diese sus frutos.

Siguieron manteniendo relaciones día tras otro durante una semana, sin parar. Su situación poco tenía que envidiarle al peor de los infiernos.

Un mes de calvario y humillación después, se confirmó el éxito de su concepción. 

"El amo ya le ha transferido los diez millones. De ahora en adelante, su único deber será salvaguardar la salud del bebé."

Caitlin no sabía si reír o llorar. Le agarró la mano a la sirviente, entusiasmada. "Quiero llamar a mi padre para preguntarle si ha recibido el dinero. Por favor, ayúdeme... ¡Le prometo que no diré nada! Se lo ruego..."

La criada de mediana edad parecía sentir algo de compasión por la chica, dado que frunció el ceño y exclamó: "Dígame a mí lo que quiera decirle a él, y se lo comunicaré por escrito. ¡Pero solo por esta vez, que quede claro! "

......

Diez meses después, Caitlin yacía en la cama, sudando profusamente.

En la habitación imperaba un caos auditivo de cuidado, pero la obstetra se puso al lado de su paciente tranquilamente para seguir ayudando en el parto. "¡Vamos, que ya sale! ¡Solo un poco más!"

Caitlin apretó los dientes hasta casi partírselos. Al final, finalmente dio a luz a un bebé.

Tras el breve silencio tras la tormenta recién amainada, cayó una suave lluvia de llanto de recién nacido.

La doctora lo llevó rápidamente a la incubadora, y urgió: "Vámonos."

Acostada en la cama, Caitlin estaba cubierta de sangre, con lágrimas y sudor en el rostro. "Por favor, dejadme verlo aunque sea una vez...", pidió con voz endeble.

Pero su petición fue más que ignorada, ya que metieron al recién nacido en la incubadora y se lo llevaron ipso facto.

Ni siquiera pudo ver el sexo de la criatura...

Fuera del ostentoso edificio esperaba un Maybach negro igual de lujoso, de edición limitada.

El hombre que habitaba el coche arrugó el gesto al ver al bebé entumecido y lleno de sangre, metido en la incubadora.

"Se parece a usted, señor Baker."

La voz del hombre era tan grave como gélida. "¿Estás ciego o qué? Llévame al hospital, anda."

"Por supuesto."

Caitlin se incorporó de la cama y miró por la ventana, solo para ver cómo un vehículo negro se perdía en la distancia a toda velocidad.

......

El segundo día después del parto, Caitlin se apresuró a regresar con la familia Owen sin siquiera descansar de toda la paliza que aún llevaba acumulada en el cuerpo.

Se quedó de pie frente a la puerta, y caviló sobre qué excusas podría darles para explicar su desaparición durante los últimos diez meses. Después de respirar hondo, se lanzó a tocar el timbre, pero justo antes de hacerlo se percató de que la puerta estaba entreabierta.

La abrió del todo suavemente y entró. No había nadie en el salón.

Era extraño, porque aunque su padre estuviese en el trabajo, Addison y su madrastra deberían seguir allí dentro, como siempre.

Cuando estaba a punto de subir las escaleras, divisó dos siluetas que le resultaron familiares...

El hombre le agarró el trasero a la mujer con su enorme mano, y esta le golpeó sin mucha fuerza en el pecho como respuesta refleja. "Qué molesto eres, de verdad. ¿Cuándo te casarás conmigo?", le inquirió, y tanto su lenguaje corporal como el tono indicaban coquetería, no rechazo. "Ya no sientes nada por Caitlin, ¿verdad? Encima va y desaparece durante diez meses, sin avisar ni nada..."

"Por supuesto que no. La elegí como pareja porque era la hija de Owen, pero es un cartón de chica comparada contigo, no me divierte nada." El hombre bajó la cabeza y le susurró al oído a la mujer: "Además, tú eres bastante mejor en la cama."

La mujer se reclinó sobre los brazos del hombre con sensualidad. "Uf... Todavía me tiemblan las piernas."

Bajando la escalera en la planta baja, Caitlin escuchaba con el rostro pálido. Miró con frialdad a la descarada pareja, que seguía tonteando entre sí.

El hombre que se estaba besando con la hija de su madrastra era Xander Austin, su novio.

Xander no dejó escapar la oportunidad de su desaparición para tener una aventura con su hermanastra.

'Z*rra... ¡C*rdo!', los injurió mentalmente.