Amy estaba ocupada navegando en su computadora portátil cuando, de repente, su teléfono sonó. En vez de contestar de inmediato, decidió ver la pantalla para ver quién la estaba llamando y, al ver que la llamada era de Joan, la secretaria de su esposo, tomó el teléfono y presionó el botón verde, preguntándose por qué la estaba llamando.
Amy solo había guardado el número de Joan porque era la secretaria de Callan, su esposo, y cuando no lograba contactarse con él, la llamaba a ella.
Sin embargo, esta era la primera vez que Joan la llamaba. Contestó el teléfono y lo puso sobre su oído, pero lo que escuchó la dejó atónita y perturbada. Por lo poco que logró escuchar, le había parecido que eran sonidos de dos personas teniendo relaciones s*xuales.
Tuvo que volver a mirar la pantalla para asegurarse de que no se había confundido y que, en efecto, era Joan la que la había llamado. Luego volvió a ponerse el teléfono al oído y siguió escuchando los gemidos, que cada vez se hacían más fuertes. Era obvio que Joan estaba teniendo relaciones con un hombre.
Aunque Amy solo había hablado con Joan unas cuantas veces, pudo reconocer su voz. ¿Acaso había marcado el número de Amy por error, mientras se acostaba con un hombre? Amy pensó que eso era lo más probable, así que decidió colgar la llamada, pero escuchó la voz de Joan, fuerte y claro, y se quedó helada.
Tuvo que sentarse y concentrarse para tratar de asimilar lo que acababa de escuchar cuando Joan volvió a repetir lo que había dicho. "F*llame, cariño", dijo entre gemidos. "Callan, f*llame más fuerte. Me encanta. ¡Dios mío!"
El corazón de Amy dio un vuelco, estaba tan alterada que no pudo moverse de su asiento. Lo que había escuchado le parecía imposible y, a la vez, estaba segura de que no se había equivocado. Joan había dicho el nombre de Callan mientras estaba f*llando. Alejó el teléfono de su oído y colgó. De repente, un sinfín de pensamientos pasaron por su mente. Ella confiaba en Callan con los ojos cerrados y lo amaba mucho. A pesar de que todavía no había podido quedar embarazada, ambos siempre se demostraban amor, afecto y respeto.
Era imposible que Callan la estuviera engañando. Era simplemente imposible. Amy sacudió la cabeza, intentando sacarse los sonidos que había escuchado de su mente. Tal vez Joan de verdad había decidido convertirse en la tercera en discordia en su matrimonio, en la villana.
Amy se recostó en la silla e intentó ignorar lo que acababa de pasar, aun así, algo dentro de ella no la dejaba descansar y la tenía inquieta. Todo era posible en este mundo, ¿qué pasaría si era verdad que Callan la estaba engañando?
Mientras su mente estaba absorta en esos pensamientos, su teléfono volvió a sonar y, al ver que no era una llamada sino un mensaje de texto, lo tomó para ver qué decía. Al darse cuenta de que el mensaje era de Joan, su corazón empezó a latir muy rápido.
El mensaje le pedía ir a un lugar y tenía instrucciones para que llegara al destino. Una rápida búsqueda en Internet le informó que se trataba de un hotel. El teléfono sonó una vez más y Amy leyó el número del cuarto del hotel que Joan le había proporcionado.
¿Qué estaba pasando? De inmediato, Amy se sintió más perturbada. Cerró su computadora portátil y fue hasta su guardarropa para cambiarse, ya que no podía salir con lo que estaba usando ahora, que era ropa de casa.
Al terminar, salió de su habitación con la intención de buscar a su suegra, quien vivía en la misma casa, para avisarle que tenía algo urgente que atender y que iba a salir.
Fue hasta su habitación y llamó a la puerta, pero no había nadie adentro, así que decidió ir a la cocina, convencida de que la encontraría allí. No obstante, cuando llegó a la puerta de la cocina, escuchó a su suegra riéndose a carcajadas adentro.
"Esa mujer estéril es tan idiota", su suegra dijo entre risas, parecía que estaba hablando por teléfono con alguien y no se había dado cuenta de que Amy estaba escuchándola. "Me preguntó qué vio mi hijo en ella para casarse. Esa mujer solo se está gastando su dinero y ni siquiera puede quedar embarazada. Nunca he visto a una mujer tan inútil y descarada".
Tras decir esto, la suegra de Amy se volvió a reír a carcajadas.
Sin poder creer que su suegra pudiera decir esas cosas de ella, Amy contuvo las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos y amenazaban con caer. Entró en la cocina y Wilma, su suegra, se sobresaltó y volteó a verla.
Hacía solo treinta minutos, Amy le había dicho que estaría ocupada hasta la noche, tal vez por eso Wilma se había sentido en libertad para hablar mal de ella a su espalda.
Después de un breve momento de silencio entre ellas, Wilma no pudo dejar de preguntarse si Amy había escuchado lo que acababa de decir de ella. "Amy... pensé que..." dijo tras toser un par de veces, para evitar que Amy sintiera su incomodidad. "¿Vas a salir?"
"¿Por qué? ¿Tienes miedo?" Amy preguntó, con una sonrisa, como si no se estuviera retorciendo por dentro.
"¿Miedo?" Wilma preguntó, atónita. "¿Por qué... por qué me preguntas eso? ¿Por qué debo tener miedo?"
"Voy a salir", Amy respondió, ignorando todas las preguntas de su suegra. "Tengo algo importante que hacer". Salió de la cocina y dejó a su suegra confundida. Al final Wilma no pudo confirmar si Amy la había escuchado hablando por teléfono.
Amy llegó al hotel en un abrir y cerrar de ojos. Al entrar, fue de frente a la habitación que le había indicado Joan en su mensaje.
Al principio, Amy quería tocar, pero eso no hubiera sido muy inteligente de su parte, por eso solo giró la perilla y abrió la puerta sin avisar. Al pasar, casi se le caen los ojos. Joan y Callan estaban desnudos, junto a la cama, y no solo eso, sino que Joan le estaba dando a Callan una m*mada.
El bolso de Amy se cayó al suelo y sus rodillas se volvieron débiles. Cerró los ojos, apoyándose contra la pared para no desmoronarse, y empezó a orar para que todo esto no fuera más que un sueño. De pronto, sintió que las lágrimas rodaban por sus mejillas y le empezó a doler tanto el pecho que, por un momento, pensó que iba a tener un infarto.
"¡Callan!" Gritó en medio de su dolor y su agonía. Él y Joan no se habían percatado de que ella había entrado en la habitación. Habían estado tan concentrados en sus inmundicias que no la habían escuchado abrir la puerta.
Sin embargo, Callan empezó a reírse al ver a Amy en un mar de lágrimas. Pronto, Joan volteó y también se empezó a reír. Ninguno de los dos se veía arrepentido por sus actos indecentes.
"¿Por qué lloras, pollito estéril?" Callan preguntó. "¿De veras pensaste que me iba a quedar contigo para siempre? ¿Qué? ¿Pretendías que no tuviera hijos?" Resopló. "Ese es tu destino, cariño, no el mío. Eres tú quien es estéril, no yo".
Amy empezó a sollozar al escuchar esto, no podía creer que su amado esposo le estuviera diciendo esas cosas tan duras. Sus rodillas no pudieron sostenerla más y cayó al suelo. ¿Entonces la había estado engañando todo este tiempo? ¿Cuándo habían empezado a tener relaciones? Pero Callan la amaba, ¿qué era lo que había cambiado? ¿Qué era lo que ella había hecho mal?
"Es buena llorando", Joan le dijo a Callan en un tono sarcástico.
Amy quiso ir corriendo hasta donde Joan estaba y golpearla hasta dejarla inconsciente, pero, ¿acaso Joan tenía la culpa de que su esposo la engañara? La culpa era toda de Callan; él había sido quien traicionó el amor y la confianza de Amy.
"Me traicionaste, Callan", dijo, sonriendo con amargura. Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y respiró hondo. "Nuestro matrimonio se acabó".
Cogió su bolso y salió de la habitación, intentando mostrarles que era fuerte y que su infidelidad no le había afectado. Al fin y al cabo, Callan no se merecía sus lágrimas. No obstante, apenas llegó al pasillo se volvió a desplomar y lloró desconsoladamente. El dolor que estaba sintiendo en ese momento era peor que cualquier cosa que le hubiera pasado antes.
Era como si la única manera de superarlo fuera acabando con su vida. Pronto, bajó hasta el estacionamiento y se subió a su auto. Se fue hasta donde su abogado, para tramitar el divorcio. Luego regresó a casa.
Encontró a su suegra en la cocina, tomando un té caliente. "Escuché lo que dijiste antes de que me fuera", le informó con frialdad, poniendo los papeles de divorcio frente a ella. "Cuando estabas hablando por teléfono". Los papeles solo tenían la firma de Amy, aún faltaban las de Callan.
Wilma casi se atraganta con el té al escuchar esto. "Además, acabo de atrapar a Callan engañándome con su secretaria, en un hotel", dijo. "Es obvio que ni tú ni él me quieren en esta familia. Aquí están los papeles del divorcio; ya los firmé. Cuando Callan regrese, dile que los firme y que me fui de la casa".
A pesar de que Wilma estaba feliz de oír que Amy por fin se iba a separar de su hijo, fingió que estaba triste por la noticia.
"No te molestes en fingir que estás triste", Amy anunció. "Ambas sabemos que no quieres que esté con tu hijo". Se dio la vuelta para salir de la cocina y empezar a empacar, pero su suegra se puso de pie y la detuvo.
"¿Adónde vas?" Preguntó. Ahora que ya no tenía por qué seguir fingiendo, sonaba indiferente.
"Voy a empacar mis cosas, por supuesto", Amy respondió.
"¿Ah, sí?" Wilma dijo en un tono irónico. "Callan me dijo que no debías llevarte nada porque él compró todo con su dinero".
Amy se sintió aún más desolada al escuchar esto. Aún así, logró forzar una sonrisa. "Ah, claro. Tienes razón", respondió con indiferencia, como si no le importara todo lo que Callan le había comprado mientras estaban casados.
Después de todo, llevaba consigo lo más preciado que tenía, que era el brazalete que su madre le había regalado hace algunos años. Como lo estaba usando, no necesitaba ir a la habitación, así que se dirigió hasta la puerta y se fue sin mirar atrás.