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¿Que tan dulce es un sugar daddy?

¿Que tan dulce es un sugar daddy?

Autor:Mariam León

Terminado

Introducción
El es educado,elegante y está forrado...Paola  nunca espero que el le propusiera semejante trato ¡pagar por su compañía!,¡¡¡ella no era una puta!!!Ella le dio un bono de tiempo y el lo está consumiendo al máximo...
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Capítulo

  —¿Qué tal están yendo las cosas?—pregunta mi madre desde el auricular de mi móvil. —Todo bien mami —conteste una vez más mintiendo descaradamente Las cosas no iban bien, no tenía dinero y el próximo mes no sabía cómo pagar la matrícula y las facturas de mi casa,masajee mi frente mientras la escuchaba contar algo sobre mi hermano y luego de dos minutos colgué para mirar a mi alrededor Papeles, libros y restos de comida adornaban mi sala, di una patada a mi falda de el dia anterior antes de tomar mi bolsa y salir rumbo a mi universidad.

  Me llamo Paola y tengo 18 años estoy en el segundo año de mi carrera de derecho y hasta ayer trabajadora a tiempo parcial en una gasolinera pero mi jefe me despidió cuando no me quise acostar con él. Tomé el bus que me llevaba al campus intentado encontrar la forma de pagar mis cuentas no quería perder la carrera pero estábamos a finales de semestre y prácticamente tenía más pruebas que horas de clase así que un trabajo era casi imposible de mantener. Baje del bus metida en mis asuntos y así pasé casi todo el día aunque mi mejor amiga intento animarme —Deberías intentar conseguir un novio —dice mientras destapa su taza de café en la cafetería del campus, la miro y volteo los ojos.

  —Sabes que eso no va conmigo — le reafirmo y ella me enseña su mano negando con la cabeza, una pulsera de oro blanco con pequeños rubíes incrustados adorna su pálida piel.

  —Ted me lo dio anoche por dejarme plantada ayer en el restaurante—la miró incrédula y ella se encoge de hombros— su mujer lo obligó a quedarse a cenar y no pudo llegar.

  No entiendo cómo ella puede ser la amante de un hombre casado de casi 50 años. Tomo mi soda y doy un sorbo mirando distraída por las ventanas de cristal que dan a la entrada del campus y mi mirada se detiene en un grupo de chicas que se ríen en el césped dirijo mi mirada hasta donde están mirando ellas y dejo de escuchar el parloteo de mi amiga.

  En el parqueo acaba de estacionar se un Mercedes del año de un tono negro brillante con los cristales tintados, la puerta del piloto se abre y lo primero que ven mis ojos son unos lustrosos zapatos negros, el pantalón se va estirado un poco y puedo ver un calcetín negro,mis ojos siguen todo el camino hasta donde comienza el chaleco a juego con el pantalón, está desabotonado y puedo ver una corbata azul prusia sobre la camisa blanca impecable, una mano venosa arregla el cuello de la camisa y ajusta la corbata mi mirada va directo a el reloj dorado claramente visible en su muñeca y luego mis ojos van a su rostro está entrado en los treinta aunque no demasiado; su pelo está peinado hacia atrás pero un algunos mechones que cuelgan sobre su frente, su pelo ha empezado a aclararse en las entradas y esto no hace más que darle un aire aristocrático y maduro, sus labios se parecen jugosos y sensuales como hechos para pecar, miró a sus ojos azules, estos me miran y sólo el jalón en mi muñeca me aleja de ellos. Mi amiga está frunciendo el ceño mirando en la dirección en la que miraba antes.

  —Mierda mi hermano— dice mientras recoge sus cuadernos— estoy en un lío Pao, vamos no quiero estar sola en ese coche con mi hermano.

  —¿Hermano?— preguntó confusa y ella señala al hombre que estaba observando—mi hermano.

  Camino detrás de ella hasta llegar junto al Mercedes y miró disimuladamente al hombre frente a mi. — Ella es mi amiga Paola le he dicho que le darías un aventón hasta su casa— me mira— Pao este es Max mi hermano.

  Él extiende su mano y la tomó nerviosa, él la agarra fuertemente y mi estómago tiembla, el hombre es sexy.

  Casi diez minutos después estoy sentada en la parte trasera del coche sintiéndome como una extraña entrometida porque mi amiga y su hermano no han parado de discutir el coche se detiene y pienso una excusa mientras espero que mi amiga baje.

  —Metete en tus asuntos y cuida de tu familia— le dice dando un portazo antes de salir del coche. Me siento incomoda y las ganas de bajarme del coche son intensas así que ... — ¿Por qué no te sientas delante?— dice sacándome de mis pensamientos.

  —Yo... creo que será mejor que me baje aquí y tomé el bus —digo nerviosa y él niega antes de hablar. — Emma me dijo que vives en la calle 64 no es un lugar conocido por su seguridad así que sólo siéntate delante y te llevaré a casa—abre la puerta del copiloto y se sienta derecho en su asiento. Muerdo mi labio mientras bajo para sentarme en la parte delantera, ajustó mi cinturón y estiró un poco la falda de mi vestido morado con diminutas bolas blancas, él mira un minuto mis piernas y esto me hace palpitar luego desvía la vista y pone el auto en movimiento, mis ojos van directo al reloj que sobresale ahora que está conduciendo.

  Emma es una chica bastante particular y aunque tiene dinero y un apellido conocido vive haciendo desastres está vez es su novio el causante de todo y por lo visto su hermano no está de acuerdo, desvió la mirada hasta la ventana del auto y veo las calles cada vez más desiertas a medida que vamos entrando más en la zona pobre de la ciudad.

  La avenida 64 es un lugar conocido por ser un barrio pobre y conflictivo pero fue el único alquiler que antes me podía permitir

  —¿Dónde?— dice Max y doy un brinco sobresaltada.

  —Oh, a la derecha todo recto—señaló con el dedo hasta el frente reconociendo ya los edificios.

  5 minutos despues le pido que se detenga frente al viejo edificio donde rente mi apartamento y él me mira expectante, intento quitar mi cinturón de seguridad pero estoy demasiado nerviosa, él desata el suyo en un minuto y se acerca a mí. Su reloj roza mi brazo desnudo y un escalofrío me recorre, está tan cerca que puedo ver las diminutas manchas blancas que rodean su iris y su colonia es embriagadora, excitante y un tanto peligrosa. El cinturón hace un click al soltarse pero él no se aleja al contrario se acerca más a mi estoy absorta en el movimiento de sus labios a medida que habla y entonces mi cerebro comienza a decodificar sus palabras. — Te doy 50 dolares por un beso — está diciendo. Frunzo el ceño —¿Qué?

  —100 sí puedo acariciar un poco tu pierna mientras te beso —repite.

  La furia se apodera de mí justo antes de que mi mano aterrice en su cara, él toca su rostro mientras forcejeo por salir del carro, por fin lo consigo pero él me toma de la mano, lo miró furiosa.

  — Sí cambias de opinión llamame, te podría ofrecer un buen pago — envuelve mi mano alrededor de algo y luego me suelta.

  Miro como las ventanas del coche se cierran y luego el motor ruge poniendo el coche en movimiento, sostengo fuerte la tarjeta en mi mano mirando el carro desaparecer en el horizonte ¿Quién se cree que es? me preguntó mientras entró en el viejo edificio.