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Amor Forjado con Sangre

Amor Forjado con Sangre

Autor:GrumpyKat

Terminado

Introducción
Lance Van Fildem es buscado por años por su padre, el empresario más poderoso de la tierra de Licondia, el ilustre Balton Van Fildem, ya que tenía años desaparecido, y como sus hombres no pudieron dar con él, son contratados los servicios de una asesina clandestina, la cual se hace llamar Soury, mas su verdadero nombre, Ava Bismark, está encubierto para que tanto su familia como los allegados a ella no supieran dónde ha estado o qué ha estado haciendo, ya que ella tiene paradero desconocido. En principio la relación entre Lance y Ava es caótica, ya que él es un humano mitad licántropo, mientras que ella es una humana mitad vampiro. Ellos son de los pocos que comparten una condición de ese tipo; sus congéneres habían sucumbido ante la imposición de los humanos netos o especie inferior, como fueron denominados por los sobrenaturales por carencia de habilidades superdotadas propias. Ni Lance ni Ava estaban planeando unirse a nadie, y menos a alguien que no fuera de su propia especie, mas el destino les juega una mala pasada haciendo que se cruzaran sus vidas. ¿Llegarán estos dos crear una relación tan siquiera de amistad a pesar de ser de especies tan diferentes, teniendo en común su humanidad, o se impondrá las normativas de sus diferencias sobrenaturales manteniéndolos separados de manera permanente? Sólo el tiempo podrá determinar el resultado de tal choque de realidades y culturas contradictorias.
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Capítulo

Era el año 3025, un día lluvioso como los pocos que solían darse en los veranos de Licondia, cuando Ava se estaba preparando para la jornada de cacería que empezaría aquel día por la noche, y de la cual la habían contratado para cazar, a juicio de su cliente, la bestia más difícil que nunca nadie se había dado la tarea de ir por su cabeza. Lo que a ella le sorprendió fue que la buscaran para ir por un simple animal, pues ella solía ser contratada para cumplir con asesinatos o secuestros de élite, así no se encontraban los cuerpos de las personas que eran arrebatadas de la faz de la tierra hasta que el que había pedido el encargo daba ciertas instrucciones, con las cuales ella cumplía.

Licondia se caracterizaba por ser una ciudad boscosa y fría la mayor parte del año, por lo que ver que lloviera era un poco raro si no estaba pronosticado. Por otro lado, había sido la ciudad en el país de Valsadia que mejor se había desarrollado en materia industrial, construcción, comunicaciones, creación y fabricación de todo tipo de transportes terrestres, marítimos y aéreos, así como la elaboración de armas tanto blancas como de fuego, por lo que todos los magnates y multimillonarios eran propietarios y patrocinadores de toda idea que hablara sobre consolidar ya una empresa ya formada o de emprendedurismo, sobre todo si aquella propuesta podría llevar a la quiebra la compañía de un empresario rival bien posicionado en el mercado; la rivalidad sin cuartel era una carrera muy cursada y por tanto también la competencia desleal.

A pesar de su apariencia original, una que parecía angelical, con unos ojos grises, pelo rubio y de cuerpo menudo, ella se presentaba con un pelo corto de color negro y ojos marrones, además que se vestía de manera que más bien parecía una niña, con el uso de colores estrafalarios y estridentes, como un azul eléctrico o un naranja otoñal, con esos vestidos vaporosos entre encajes y tul, calcetines y botines, perforaciones en toda la hélice de cada oreja, lo cual hacía que la gente tuviera cierta desconfianza con ella porque no daba la sensación de la madurez que algunos entendían se necesitaba para cualquier encargo, mas una vez terminada la negociación, quedaban impregnados con ella y su capacidad de análisis.

El encargo que Soury, el seudónimo de Ava, había recibido, era el de traer de vuelta al único hijo de uno de los más grandes empresarios en telecomunicaciones de todo Valsadia, el telecomunicador Balton Van Fildem, ya que para él era de extremada urgencia que éste apareciera, puesto que estaba cada vez más ansioso de asociarse con el multimillonario Eugenio Romius, un magnate empresarial, que no tenía miedo de invertir su fortuna en algún proyecto que viera factible, pero no había logrado congraciarse con él por la condición, a su juicio ridícula, de encontrar a alguien que debía estar muerto, ya que tenía más de una década desaparecido, por lo cual ya estaba perdiendo las esperanzas de encontrar a aquel muchacho. Sin embargo, al recordar que estaba aliado con Adelle Bismark, le daba de repente deseos de creer en esa desfachatada idea, pues a pesar de que aquella joven de veintiocho años de edad lo volvía loco en la intimidad, no era el único sitio en el cual lograba enloquecerlo, ya que ella tenía una personalidad muy cambiante, y de un momento a otro estaba de buen humor, y en un instante se ponía de malas, era como si estuviera sus días de manera permanente, a veces él pensaba, y que si no fuera porque ella le servía como una de sus más fieles inversionistas, habría salido de aquella mujer, aunque también debía saber cómo lograr tal cosa, ya que ella no era cualquier tipo de persona.

Adelle era un ser despreciable a todas luces, y nadie quería saber de su existencia, ni los pobladores de la ciudad en la que vivía, ni sus empleados domésticos, ni los que estaban bajo su mando en el fastuoso negocio de la belleza, uno que abarcaba todo tipo de cremas y cosméticos, así como la moda. Tampoco la soportaban las personas de alta sociedad con las que ella se codeaba, que si no fuera porque era mujer económicamente poderosa, no la tomaran en cuenta ni para un saludo, y gracias a la fortuna que le dejó su padre con su empresa de cosméticos, y la herencia de su madre por la creación y confección de prendas de vestir, además de su estupenda cabeza para las negociaciones, no estaría amasando la fortuna que ostentaba.

A ella le encantaba infundir ese temor en los demás, que lejos de que los que la odiaban mostraran desprecio por ella, les salía ese miedo natural, hedor que a ella más que nada le parecía el más exquisitos de los aromas, salvo que se le dañaba el humor desde que veía a Sarah, su prima ciega, quien no la soportaba porque ella no la reverenciaba como la vampiresa entendía que se lo merecía. Trabajaba con ella en un empleo de medio tiempo, puesto que su tío Martine, hermano de su madre Silfa, se la hubo impuesto, que si no fuera por aquel prodigioso olfato que poseía, ella no la habría aceptado nunca, ya que a pesar de lo que pudiera pensarse, aquella joven era capaz de combinar las más finas fragancias y dar un producto terminado en cualquier cosa que se pudiera producir en aquella empresa, un talento que aprendió con el padre de la empresaria, Fiodor Bismark, quien ayudó a conocer su talento en cuanto a aprender a conocer las plantas con el tacto.

Por otro lado, a pesar de saberse un hombre con una posible herencia aguardando por él en la casa de su padre, Lance no quería volver a aquella mansión, ya que era inevitable pensar en la ausencia de su madre, Daya Van Fildem, y saber que su padre Balton aún lo estaba buscando, sólo de pensarlo le provocaba migraña; no entendía por qué tanto interés de dar con él cuando debió ser una clarísima señal el hecho de que estuviera escondido por quince años, ya debía darse por vencido y declararlo muerto, por lógica una persona desparecida por aquel período de tiempo debió terminar en las fauces de alguna fiera del bosque.

Lance vivía en una cueva rodeada de lobos salvajes en una de las zonas boscosas licondianas, y siempre que alguien se acercaba a la madriguera de aquellos canes, inmediatamente ellos se dispersaban para que no fueran atacados o despedazados, por lo que para aquel joven era más que contundente que volver a su antigua residencia estaba totalmente descartado.

Sin embargo, el señor Romius vivía hostigando al señor Van Fildem para que fuera en busca de su vástago, algo que al empresario de las comunicaciones no le importara si no fuera porque quería tener algunos de los millones de aquel magnate en sus manos, aunque seguía siendo para él una incertidumbre el hecho de no tener la respuesta que tanto le intrigaba, aunque el hecho de que recibiera préstamos cuantiosos por parte de su futuro socio con cómodos pagos flexibles, era algo que lo mantenía apegado a ese viejo sin cuestionamientos innecesarios.

A pesar de que Martine Foreman estaba totalmente en desacuerdo de que su sobrina más pequeña se desempeñara como asesina clandestina, cosa de que en cierto grado se sentía culpable por haberle enseñado cuantas cosas sobre armamento, defensa personal, además del manejo de armas de todo tipo, sumado al hecho de que él le había inculcado su gusto por aquellos artefactos, al grado sumo de enseñarle a forjarlas, aprendiendo de él el verdadero valor de los diamantes, ya que aquel hombre le había revelado un secreto sobre esas piedras preciosas y los licántropos, pues mientras los loboides, como eran conocidos los hombres lobo que se configuraban a voluntad en animales o humanos, eran heridos y hasta asesinados con cualquier artilugio de plata, los licanes no caían con eso, por tener una piel casi tan dura como la de un cocodrilo, entre otras cosas, por lo que aquella joya era capaz de causarles hasta la muerte, por lo tanto aquella doncella les pedía a sus clientes que sus pagos fueran con esa alhaja, y como ambas partes quedaban de acuerdo de confidencialidad, nadie hablaba del tema fuera de allí, uno porque no querían los que se daban cita en aquella joyería donde se concertaban las reuniones que ellos eran los autores intelectuales del deceso de alguien, y segundo, porque la jovencita les advertía cortésmente que de divulgarse algo de lo conversado allí, ellos tendrían la misma suerte que el de su encargo.

Ya la hora de partir para Ava había llegado, sólo faltaba que Sarah le diera los últimos toques a sus pócimas y brebajes, ya que como ella era experta en prepararlos, le había dado los que a su juicio eran los indicados para aquella misión.

— Soury, me parece extraño que por primera vez no te hayan pedido la cabeza de tu encargo. — Expresó la jovencita privada de visión.

— A mí también me pareció extraño, pero no soy quién para cuestionar la voluntad de mi cliente. Sin embargo, no te niego, Sarah, que conforme iba viendo las expresiones de los que vinieron a hacerme la solicitud, había uno que me miraba amenazante, como si me retara a cumplir con esta tarea, y me quiso intimidar con la posibilidad de que yo terminara muerta, cosa con la que no le voy a dar el gusto a ese estúpido. — Profirió la diminuta.

— Soury, ¿Y si aquel chico en vez de herirte el cuerpo lograra herirte el alma? Hasta ahora no te has dado la tarea de creer que los hombres valgan la pena, y nunca te habías referido a alguien de manera particular. — Dijo con preocupación la chica más alta.

— ¿Te refieres al salvaje que quiso intimidarme con la mirada? — Preguntó Ava con desenfado.

— No, niña, de ese hablas como si fuera estiércol que pisaste por error, me refiero al encargo, ya que te siento intrigada por lo que al parecer te contaron de él. — Externó la prima de la joven asesina.

— No pretendo enamorarme de nadie, tontita… Además eso sería como traer el trabajo a cuestas, y saber que me despojo de él antes de entrar a mi espacio. Odio cuando comienzas a chillar por el olor a sangre que traigo, o como me mira tu padre cuando entro de trabajar, como si fuera la más vil de todas las prostitutas, ¡O peor! Como si fuera la loca de tu jefe. — Reveló la chica.

Luego de bromear sobre aquel encargo y las pesadeces que implicaba, todo con el fin de aligerar ciertos sentimientos, Ava salió a cumplir con su encomienda.

No era para menos la preocupación de Sarah Foreman acerca de su prima, ya que al ella tener la condición de ceguera desde su nacimiento, el ser hija de un vampiro le dio la ventaja de desarrollar sus demás sentidos, y el del espacio, así como sentir las reacciones de los que la rodeaban eran excepcionales, cosa que ella le enseñó a desarrollar a su pequeña pariente, cuya desventaja era precisamente la vista.