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Rechazada: El alfa tras la máscara

Rechazada: El alfa tras la máscara

Terminado

Introducción
"No sólo eres una humana, sino que además eres débil y frágil, tan diferente a mi gusto". Gritó apretándola contra la pared mientras su lobo aullaba a él, pero fue ignorado por completo y Estevo la miró fijamente a los ojos, que contenían miedo y dolor. "Nunca te aceptaré como mi compañera, no porque seas humana, sino que no eres en absoluto mi tipo, y amo a otra mujer y la convertiré en mi compañera". Continuó gritando esas palabras con gran rabia, lo que hizo que a ella le temblaran las rodillas de miedo. El alfa Estevo odió y rechazó a su compañera el mismo día que puso sus ojos en ella y haría cualquier cosa por sacarla de su vida, pero todo cambió cuando la conoció en un club BDSM y tuvo que disfrazarse con una máscara. Nota: En este libro, los hombres lobo vivían entre humanos y no todos conocen su existencia.
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Capítulo

Nota: Este libro tiene un alto índice de sexo, específicamente exhibiciones dominantes y sumisas.

Punto de vista del Alfa Estevo.

"Ya basta, padre, ya fue suficiente. Te dije que traeré a mi compañera cuando sea el momento adecuado, por ahora confórmate con saber que amo a mi novia y estoy feliz con ella". Me levanté enojado y me dispuse a irme, pero la voz de papá me detuvo.

"Detente ahí, jovencito. Puede que seas un poderoso alfa, pero yo sigo siendo tu padre". La voz de papá resonó en la casa.

Papá es un tipo jovial, pero cuando se enoja se convierte en alguien totalmente diferente a quien sin duda querrías evitar. Agotado y frustrado, deslicé los dedos por mi cabello y me recosté en el sofá, mientras él me miraba con expresión irritada antes de hablar.

"Tienes que encontrar a tu pareja; sea hombre o mujer. Sin tu otra mitad, no puedes ser un Alfa poderoso".

"No quiero a nadie más, papá. Estoy bien con Sahira. Ella tiene todo lo que necesito en una mujer". Dije con molestia.

"Sahira es una chica preciosa, de eso no cabe la menor duda. Pero ella no es la elegida y esa es la realidad". Papá habló en un tono penetrante.

"¿Y si no tengo pareja?". Esa idea me hizo sentir optimista; al menos podría estar con Sahira.

"Eso es imposible. La Diosa de la Luna le da a cada lobo una compañera, y estoy seguro de que tú tienes una, el problema es que no quieres encontrarla".

De nuevo otro sermón de papá sobre cómo encontrar a mi compañera. Este ha sido un tema habitual entre él y yo en los últimos siete años. Me ha estado atormentando para que la encuentre, incluso sabiendo que amo a Sahira y que soy feliz con ella.

"¿Me estás escuchando?". La voz de papá me sacó de mis pensamientos.

Gruñí suavemente, me levanté y me puse la chaqueta.

"Tengo una conferencia en una hora". Mentí para poder escapar de mi padre.

"¿Cuándo volverás a visitarnos?", me preguntó.

"Cuando quieras que lo haga". Dije esas palabras y salí rápidamente de la mansión.

Mi chofer me vio caminar hacia el auto, por lo que abrió la puerta deprisa para que yo entrara. Puede que para mi padre fuese alguien diferente, pero para los demás era un alfa de sangre fría. Por eso no tengo muchos amigos, pero estoy bien con eso.

Tomé mi teléfono y llamé a Sahira. Repicó un par de veces antes de que ella contestara.

"Hola, cariño", me dijo con una voz dulce y seductora que hizo que mi p*ne se moviera con anticipación.

"¿Dónde estás?", le pregunté.

"En casa".

"Quédate allí. Estoy en camino".

"Bien. Aquí te espero". Ella me respondió y corté la llamada con una sonrisa en mi rostro.

"Vamos al apartamento de Sahira".

"Sí, señor".

Estábamos a punto de llegar cuando noté que papá me estaba llamando, lo cual me hizo preguntarme por qué. Suspiré profundo, y le contesté la llamada llevando el teléfono a mi oreja.

"¿Y ahora qué pasa, papá?".

No se escuchaba nada más que voces de fondo.

"¿Papá?". Hablé de nuevo, pero nadie respondió.

"¡Papá!", exclamé. Aun así, no hubo respuesta.

Gruñí pesadamente y me dispuse a finalizar la llamada, pero de repente se escuchó una voz.

"¿Hola? ¿Hay alguien allí?".

Cuando escuché esa voz, me quedé paralizado al instante.

"¿Hola?". Ella repitió.

"Sí, estoy aquí". Rápidamente, salí de mis pensamientos.

"Escúcheme. Su padre acaba de sufrir un infarto en la tienda de comestibles, pero no hay de qué preocuparse, lo estamos llevando a un hospital cercano. ¿Puede venir?".

En ese momento sentí que las palmas de mis manos me sudaban y los latidos de mi corazón se aceleraban.

"Hola, ¿sigue ahí?", ella gritó de nuevo.

"Sí, estoy en camino".

"Por favor, apresúrese", me dijo y cortó la llamada.

"Regresemos".

Durante todo el viaje, no supe quién era ella y por qué yo reaccionaba de esa manera solo con el mero sonido de su voz.

A los pocos minutos llegué al hospital y me llevaron a la habitación de papá.

Entré y allí lo vi ocupado jugando con su teléfono, como si nada hubiera pasado.

"¡Papá, me asustaste!".

Él me miró levantando una de sus cejas, pero no me dijo ni una sola palabra.

Suspiré aliviado y caminé hacia él.

"¿Cómo te sientes?", le pregunté mientras miraba a mi alrededor, comprobando si alguna máquina estaba conectada a él; por suerte no había ninguna.

"Deja de mirar y siéntate". La voz de mi padre sonó fuerte.

"Para ser alguien que acaba de sufrir un infarto, suenas muy bien", susurré, pero él me escuchó.

"No fue nada grave. Esa jovencita que me vio simplemente exageró", me respondió con indiferencia.

En el momento en que escuché a mi padre decir eso, extrañamente pensé en ella y sentí muchas ganas de conocerla.

"¿Dónde está ella?", pregunté.

"¿Quién?", me preguntó mi padre confundido.

"Esa chica, la que te trajo aquí".

"Ah, ella se fue". Mi padre me respondió y volvió la mirada a su teléfono.

Por alguna razón me sentí triste y decepcionado.

"¿Está todo bien?", preguntó papá con su mirada fija en mí.

"¿Cómo puede estar todo bien si estás acostado en una cama de hospital?", protesté y papá me dio una mirada severa antes de volver a su teléfono.

"¿Dónde está el doctor?", pregunté.

"Probablemente en su oficina".

"Volveré enseguida", dije y me dispuse a salir de la habitación para ir en busca del médico. Entonces, de repente, la puerta se abrió y alguien entró de prisa.

Dado que esa persona no sabía que yo estaba a punto de abrir, al entrar de tal manera chocó por accidente contra mi pecho. El sonido que salió de su boca me indicó que era una mujer.

"¡Ay!", ella exclamó.

Por un momento la vi masajearse su frente dolorida con los ojos cerrados, eso fue antes de que los abriera lentamente y me mirara.

Cuando nos miramos, mi lobo gruñó con fuerza y me susurró: "Compañera".