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A tres metros bajo el cielo

A tres metros bajo el cielo

Autor:Ashleymoon

En proceso

Introducción
Jade pensaba que ir al instituto iba a ser fácil, sin problemas se graduaría en tres años ¿Qué es lo peor que puede pasar? Pero no contó, con las personas que conocería, un motero de buen corazón, un encapuchado, unas chicas dulces, pero locas, un joven de mirada de ángel, un monstruo e incluso tal vez alguien que no era ni amigo ni enemigo. Ella solo contaba con lo que ha leído para defenderse, pero no será suficiente porque la vida no es una novela ¿O sí?
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Capítulo

Jade:

Primer día de escuela, o mejor dicho, mi primer día de instituto y yo estaba completamente sola, rodeada de un grupo de personas a las que no había visto en mi vida y con las que claramente desentonaba, solo había que mirar a las demás chicas para darse cuenta. Todas ellas llevaban el cabello con diferentes colores y cortes, sus rostros cubiertos por capas de maquillaje, algunas más extravagantes, otras más naturales, nuestro uniforme que consistía en una falda plisada azul marino, una camisa blanca, medias a juego y tenis, en ellas luce como ropa de diseñador, pero lo que realmente las hace diferentes es la confianza en sí mismas, con la que se conducen, una confianza de la que yo carezco totalmente. ¿Pero de qué me quejaba? si estaba ahí parada como tonta entre todas esas modelos de la vida real, era culpa mía y solo mía. Todavía recuerdo la conversación que mantuve con mi madre hace un mes atrás...

Un mes antes…

- Todavía puedes cambiar de opinión - dijo mamá. Yo la miré con la cara de enfado de siempre, ya eran normales esas discusiones entre nosotras - Me voy a ir y punto, sabes que es lo que más he deseado durante toda mi vida - ella suspiró y nos volvimos a enzarzar en una nueva pelea, creo que era la quinta, desde que le había dicho que quería irme a estudiar fuera de nuestro pequeño pueblo y quedarme con unos tíos. Mi excusa para no querer seguir estudiando con las personas que conozco desde el kínder, pues muy simple, había sufrido de bullying durante mis tres años de secundaria y tuve que soportar ver como el chico del que estaba perdidamente enamorada, babeaba por otra mayor que nosotros, que encima le era infiel con medio pueblo, así que me planteé dos opciones: seguía en las mismas, viéndole a diario y soportando los maltratos de los demás compañeros o me iba. Al final mami cedió y consiguió mi traslado, la verdad es que mentiría si no dijera que estaba emocionada.

Presente…

Y después de muchos trámites y papeleo, aquí estoy, una pueblerina miedosa, mal vestida, sin autoestima y arrepintiéndose de la primera decisión que ha tomado en su vida. Ahora, remontémonos 10 minutos antes de que comenzara a escanear a mis futuros compañeros de clase. Mi tía y yo íbamos camino a lo que sería el instituto, poco antes de entrar, conocí a una chica llamada Aleida, era rubia, alta y con un aura oscura por decirlo de alguna manera, no intercambié muchas palabras, pero algo me dijo que se sentía tan perdida como yo. Y devuelta en el presente, la directora lleva más de 20 minutos hablando, mientras yo divago mirando a los demás estudiantes de primer año. Al fin termina el discurso y pasamos a lo importante, la división de los grupos; siendo asquerosamente sincera, ojalá sea del salón A, porque como caiga en el B voy a ser despedazada, por lo que voy viendo, ellos son el aula de los ricos y populares, los pijos; siento que mi tía me toca el hombro, al parecer soy del A, que suerte. Ya había pasado la peor parte del día, aún faltaba la selección de asientos y sospecho que voy a sentarme sola. Mi tía tratando de integrarme, me presentó a la hija de una de sus amigas su nombre Ana Ford, inmediatamente y sin venir a cuento pensé en Ana Steel de “50 sobras de grey”, mi absurda manía de comparar con libros; el punto es que mi Ana es demasiado delgada, blanca de piel y con mechas en el pelo, fuera de eso es una chica bastante normal a diferencia de las otras que había visto, con ella están sus dos amigas; Yina Lee, tiene el cabello largo y al natural algo rizado en la punta, me recordaba un poco a Celeste de “La selección”; a su lado Samira Deverell, la tercera del trío, trigueña oscura, pero sin llegar a ser ni mulata, ni negra, también delgada y con el pelo muy largo, risueña y divertida, o eso parece a simple vista, si tuviera que buscarle un comparativo con algún libro diría que Ronnie de “La última canción”. Estoy a punto de hablar cuando la directora ordena con voz suave pero firme.

- Alumnos a sus aulas, por favor - me despido de mi tía, entre los empujones de mis compañeros que corren tomados de la mano, de la persona con la que quieren compartir mesa.

Ni siquiera me molesto en apurarme después de todo me voy a quedar sola, en medio del caos escucho a Ana decirle a Yina:

- Tú te sientas conmigo - casi me da un ataque al corazón cuando una mano me agarra por el brazo y echa a correr, arrastrándome en el proceso, a la par que decía:

- Y tú te vas conmigo - cuál no sería mi sorpresa al ver que esa persona es Sami. Al verla sosteniendo mi mano, y tal vez me equivoque, pero me da la sensación de que no me soltará jamás.

Entre clases aburridas llega el receso, Sami se va con sus amigas y aunque me invitan a irme con ellas, no me apetece, siento que estoy invadiendo su espacio, Yina me mira por un rato y dice:

- Oye, tranquila, no invades nada siempre hay espacio para uno más - dicho eso sale del aula y yo me quedo pensando en si no habré pensado en voz alta, en fin supongo que no todo es un desastre. Dentro de unas pocas horas me iré a casa y podré dormir, pero ahora lo único que quiero es comida, voy a la cafetería.

Sami...

Uff, que día y eso que aún no acaba, lo único bueno es que yo ya conozco a todos y terminé justo en el salón que quería con mis locas mejores amigas. Ahora que lo pienso, tal vez haya hecho otra amiga; Jade, trigueña, de pelo negro, súper lacio, largo hasta la cintura, una cara muy bonita y angelical, y que por alguna razón me agrada, cosa difícil si tenemos en cuenta lo incómoda que soy de tratar. Salgo de mis pensamientos solo para ver a Yina merendando una hamburguesa y Ana pues digamos que, les estaba pidiendo permiso a las papas para masticarlas, siempre es lenta en eso de comer. Como siempre, Yina dice exactamente lo que estoy pensando:

- Parece tan dulce la chica nueva - yo me maravillo de nuestra sincronía casi podría decir que parecemos hermanas.

- Si, parece ser muy noble – concuerdo.

-Quizá demasiado - expresa Ana.

Estoy a punto de replicar cuando un cuerpo no identificado llama mi atención y por primera vez mi corazón comienza a latir muy rápido sin haber corrido ni un metro.

Jade...

Estoy en la cafetería tomándome un batido, ya el insti no me parece tan aterrador como al inicio. Siento una sensación extraña como si alguien me estuviera observando, y sí, he acertado un chico rubio, ojos verdes, carita dulce, parece el angelito de la escuela, con él hay dos chicas y tres chicos, me retracto son cuatro, acaba de entrar otro al que no puedo verle la cara, volviendo al rubio creo que encajaría con Trevor de “After” la chica castaña y bajita se ha dado cuenta de nuestro combate de miradas, que vergüenza, es aquí cuando yo canto retirada, me largo. Horas más tarde voy de regreso casa con una mochila repleta de libros.

Me pregunto quién será el cuarto chico, según tengo entendido se llama Sebastián o por lo menos eso me dijo Aleida, a la que por cierto encontré en la sala de cibernética cuando me fui de la cafetería; mi nueva amiga rubia decidió hacerme el recuento de quienes eran los del grupito que había visto minutos antes, según ella los mayores hijos de

una palabra que no voy a decir nunca

.

Voy tan entretenida en mi recuento mental que choco con alguien

-Lo siento, disculpa yoo…- balbuceo, oh no, espalda ancha, marcada, camisa escolar en donde se transparentaba lo que parecía ser un tatuaje, no hay duda es el cuarto chico, nota mental, si así es su espalda cómo será su rostro; por favor no te des la vuelta, por favor no te des la vuelta y se dio la vuelta, por una vez me gustaría que se cumpliera lo que pido; no me atrevo a levantar la mirada

-Tranquila, a veces pasa - cuantas veces habré escuchado esa palabra hoy “tranquila”, al fin levanto la cara y como deseo no haberlo hecho que rostro, ojos azules chispeantes de malicia, una sonrisa que en los libros sería la llamada moja bragas, pelo negro algo ondeado, lo juro sus rasgos son los del típico badboy, pero creo que esconde algo más profundo en su interior que solo la facha, está decidido él será Nicholas de “Culpa mía”.

Alex…

Desde que la vi supe que ella era la indicada, pero como siempre me pasa con las chicas guapas no se dan cuenta, ni de que existo. Pero volviendo un poco atrás antes de conocer a la chica más bella que vi jamás; un nuevo amigo por fin se unía a nosotros Valentino, él era de otra escuela y se cambió para poder estar con nosotros. Aclarado el punto tengo que agregar que nuestro grupo es un poco especial, no entra cualquiera, de eso se encargan Kira una peli castaña de baja estatura, que es y será mi mejor amiga, y la otra es Mery, cabello rizado rubio cenizo, rellenita y siempre se la pasa pegada a mi pequeña, así le digo a Kira desde que teníamos 7 años.

De vuelta al instante al que conocí a la chica nueva, para ser sincero no hice lo mejor me le quedé mirando como un tonto, aunque ella también lo hacía, eso me da cierta esperanza; durante los breves segundos que la estaba mirando llega mi mejor amigo, Sebas el rompecorazones, el amor eterno de la pequeña, aunque a mí me parece una obsesión. Kira nota que estoy mirando a la pelinegra.

-Uy, recién llegada a la vista - odio cuando usa ese tonito de superioridad - ¿Qué pasa Alex acaso te gust…? - no termina la oración, sigo la línea de su mirada y veo a mi mejor amigo observando con demasiado interés a la trigueña que salía a toda prisa de la cafetería. Eso sin duda no es bueno, ni para mí, ni para Sebas, ni para Kira y mucho menos para mi chica; mi queridísima amiga suele tener un excesivo sentido de la posesividad, cuando se trata de Sebastián y tiende a ser peligroso, mejor actuar de prisa.

-Sebas ¿La conoces? - pregunto, el parece salir de un trance.

-Si, solo sé que se llama Jade – y si algo he aprendido de él es que cuando da respuestas tan concretas, no quiere que le preguntes más

- ¿Por qué? ¿te interesa? -pregunta

- Si así fuera, ¿me apoyarías? - le respondo con otra pregunta

-Siempre, hermano - no me sorprende su respuesta después de todo no hay nadie más leal que Sebastián Sutherland.

Sebastián…

Estaba terminando de arreglarme para el primer día en el maldito instituto, mi mamá peleaba como de costumbre y me sacaba de mis casillas, estaba a punto de gritarle, cuando de pronto la vi, me quedé embobado, supe que era nueva y que no sabía cómo, pero tenía que conocer todo de ella. Ya sabía a quién debía preguntarle sobre la chica misteriosa, a mi amigo Leandro, a ese loco no se le escapaba nada, pero pude conseguir bastante poco, solo su nombre y donde vivía. Se llama Jade un nombre bonito para una muchacha bonita, y que es prima de mi vecina Janet. Desde que llegué al insti la he estado vigilando, de lejos se notaba que no era de aquí, su cara solo decía sálvenme. Llegué tarde para el encuentro con mis amigos en la cafetería, para cuando entro el panorama no es muy alentador un Alex totalmente embobado mirando a Jade y lo peor es que ella también lo mira

-Príncipe - genial ahí viene la peor de mis pesadillas Kira Marshall, para que quede claro no me gusta ni nada, ni siquiera me la he tirado, solo tonteo con ella y lo sabe, pero por alguna razón piensa que tenemos algo, así que debo recordárselo de vez en cuando

- ¿Qué quieres Kira? - le pregunto cortante

- Uy, pero que carácter - ruedo los ojos y la ignoro, ella se va con Alex y yo me quedo mirando a la chica nueva, hasta que la pregunta de mi amigo me saca de mi ensoñación

- Sebas ¿la conoces? - una parte de mí no quiere responderle, la otra simplemente quiere hablar

-Sí, solo sé que se llama Jade - así que la chica nueva había despertado el interés de mi mejor amigo; genial por una vez que me interesa conocer a una chica, a veces creo que tengo una maldición, bueno Alex no ha dicho nada quizás no le guste realmente

- ¿Por qué? ¿te interesa? - casi instantáneamente responde

-Si así fuera ¿me apoyarías? - por primera vez dudo al responder esa pregunta, pero al instante recuerdo que es Alex Jefferies, la persona que ha estado conmigo en los momentos malos y buenos desde los 5 y respondo:

-Siempre, hermano - Jade no te conozco y tiene que seguir así. De camino a casa me detuve a responder unos mensajes cuando algo, o más bien alguien choca contra mí

- Lo siento, disculpa yoo…- me doy la vuelta casi al momento y me topo con la cabellera negra de antes

- Tranquila, a veces pasa - por fin se digna a levantar la vista, creo que me he enamorado de esos ojos, que brillo tan puro e inocente, es tan bajita que a penas y me llega al pecho, es sin duda bonita. Recojo su mochila y se la doy

- Gracias - dice mientras la toma y literal se va corriendo. Esta noche, le escribí una nota que jamás leería, eso no me convierte en un acosador, ¿o sí?

Sabía que iba a ser un problema desde que la vi, pero esa chica estaba prohibida, era un código y yo jamás podría fallarle a Alex, nunca podría. A la mañana siguiente camino por la calle trasera de mi cuadra, hacia el insti cuando escucho una voz que me dice:

- Buenos días - ahí está ella, con su ropa de uniforme y una sonrisa de 360 grados, en eso una bicicleta viene justo a chocarla, la halo hacia mí y termina estampada contra mi pecho, puedo sentir los latidos de su corazón y me pregunto si ella siente los míos. Se va apartando lentamente y quedamos frente a frente a solo centímetros de distancia, solo se me ocurre decir:

– Buenos días, tu héroe a la orden - puedo ver como se vuelve a dibujar esa preciosa sonrisa en su rostro ¡Oh! Joder, esta chica va a acabar conmigo, si me sigue mirando así, estoy a punto de besarla si no es por esa maldita voz:

- ¡Qué demonios está pasando! - la última persona que quise ver está aquí, frente a nosotros. Deseé con todas mis fuerzas desaparecer con Jade, me gusta, esa es la verdad y ahora tendré que afrontar las consecuencias.