PopNovel

Leer en PopNovel

Recién CaZados

Recién CaZados

Autor:Roxana Aguirre

Terminado

Introducción
Lo que pasa en Las Vegas... Definitivamente, no se queda en Las Vegas. Esto es algo que David y Natalie aprendieron muy bien, y es que después de una tremenda borrachera y varias historias de desamor, ambos deciden escaparse a Las Vegas. El infierno comienza al día siguiente, cuando se enteran de que hay un acta matrimonial de por medio y fotografías en sus redes sociales anunciando su matrimonio a todas las amistades. Entonces ambos se ven obligados a continuar por no dar su brazo a torcer frente a familiares y amigos.¿Podrán sobrevivir al paraíso matrimonial?¿O terminarán matándose en el intento?
Abrir▼
Capítulo

  David

  La luz martilla mis pupilas y siento cómo quema mis pestañas. En un intento de abrir los ojos, un maldito dolor se apodera de mis sienes, mi cabeza da vueltas, mi estómago está revuelto. ¿Qué es esta mierda? Siento como algo de mi interior quiere salir y sin pensarlo dos veces corro hasta el baño, mis extremidades y mis brazos duelen, siento que hice una extraña rutina de gym pesada, pero recuerdo que ayer no hice ningún tipo de ejercicio físico. De cuclillas, observo mi entrepierna. ¿Por qué estoy desnudo? ¡Maldición! ¿Fui violado? No, no, no. Me sostengo de las paredes tomando lugar en el alfombrado piso muy cerca de la puerta, no recuerdo nada y estoy comenzando a rozar la histeria, que no haya sido un hombre. ¡Nooo! Tomo una toalla del baño y la enrollo en mi cintura, me acerco al bulto que hay en la cama debajo de todas esas sábanas, tomo un bastón que no sé qué hace aquí y me percato... ¡Joder! ¡Que no haya sido un viejito! Todo mi interior se revuelve solo pensar que perdí mi virginidad trasera con un viejito, o peor aún, que mi King Kong haya entrado en no sé qué agujero negro y peludo.

  Con la punta del bastón toco el bulto repetidas veces y no se mueve, ahora todos mis problemas pasan a segundo plano. ¿Qué tal si el viejito murió? Y luego tendré que ir a testificar y se darán cuenta de que... Yo... Noooo...

  Observo mis manos y hay algo rojo en la derecha. ¿Qué es esto? No... ¿De paso maté al viejito? Iré a la cárcel, violado y solo, estoy entrando en pánico, hiperventilando. ¿Qué carajo hago aquí? «David, cálmate», me hablo a mí mismo. Me siento en el suelo intentando recordar qué pasó.Seguro lo maté porque me quiso violar, sí, eso debe de ser, yo no me dejaría ni borracho. De pronto escucho un quejido, levanto la cabeza y el bulto se mueve, abro los ojos como platos. ¡El viejito no está muerto!

  Tengo tiempo para salir corriendo de aquí, estoy por hacerlo cuando una mano salta a mi vista y se deja caer sobre el colchón, no se ve como la mano de un anciano, me levanto y tomo el bastón otra vez, me acerco un poco más, veo un cabello castaño asomarse entre las sábanas y toco el bulto nuevamente ahora con más fuerza, casi de inmediato la mano fuera de las sábanas toma el bastón y en un ágil movimiento logra quitármelo y solo veo cómo me apunta con él, cierro los ojos y espero el zapotazo de mi vida.

  —¿David? —Es la voz de una chica.

  ¡Joder! ¡Es la voz de una chica!

  Aún atemorizado, la observo y abro los ojos como platos. ¡Esta chica!

  —¿Natalie? —pregunto, ella me mira con sus ojos castaños bien abiertos,la observo de pies a cabeza, está desnuda con las rodillas enterradas sobre la cama y apuntándome con un bastón. ¡Qué escena más erótica! Y qué buenos pechos. Joder. Ella sí, ojalá me haya violado una y mil veces.

  Al percatarse de la situación inmediatamente toma una de las sábanas e intenta taparse con esta, la sábana blanca está cubierta con un líquido rojizo, como el que está en mi mano.

  —Por favor, dime que no eras virgen. —Te lo ruego, Ser Supremo de las alturas, que diga que no, si lo era significa casamiento por la iglesia con traje y corbata.

  —No —dice de inmediato y mis pulmones sueltan todo el aire que estaban conteniendo. ¡No puede ser! —exclama—. ¿Qué fecha es hoy?

  —Préstamelo —espeta y arrebata mi celular de mis manos. Observa la pantalla y chilla, haciendo que mis tímpanos se resientan—. ¡No puede ser! Aún faltaba un día.

  —¿Para qué? —pregunto desconcertado. ¿Por qué las mujeres son tan raras?

  —Para mi menstruación —menciona, despejando de su frente algunos mechones de pelo que le caían por la frente—, no traigo conmigo ningún maldito tampón.

  —¿Esta mierda en mis manos es sangre de ahí? —Estoy tan alterado que no puedo pensar, me dan arcadas, pero ya nada me sale porque mi estómago está vacío.

  —¿Por qué...? ¿Por qué todos tus dedos están cubiertos de mi menstruación? ¿Y tu cara? —Toma el bastón nuevamente y se acerca a mi apuntándome con él, me cubro la cabeza por instinto.

  —¿Mi cara? No, no, no... ¿Por qué, Dios, me haces pasar por estas cosas? —digo, en un sollozo, pero no estoy llorando—. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? ¿Por quééé?

  —Necesito que vayas a buscarme unos tampones, ahora mismo.—¿Tampones? ¿Qué mierda es eso? ¿Se come? —me mofo, obvio sé qué es un tampón. Son buenos para detener flujos de sangre de tu nariz cuando te la rompen en una discoteca por coquetear con la mujer de un luchador profesional de la UFC.

  Ella levanta el bastón y cubro mi cara.

  —¿Qué mierda hace ese bastón aquí? —pregunto temeroso.—Tú se lo quitaste al señor que llevaba las flores. Y luego me querías azotar con él diciendo que eras Christian Grey.

  —¿Quién carajos es Christian Grey?

  —El tipo de la película que vimos antes de venir a Las Vegas.

  Y ahí recuerdos vienen a mi mente.

  —Szí. Dímmmeelo a mí, mi ex se acostó con dozs de miszs amigazss. Malditasss hijaszz de putaaa.

  —A mí me dejaronn por un tipooo con dineeroo un messz despueszz deee propponerleee matriiimonio.

  —¿Qué? —Yo no puedo quitar la mirada de su escote, aun ebrio puedo distinguir entre qué está bueno y qué está buenísimo.

  —Tú y yooo deberíamos casarnosnos entendemos bastanteee. —Alterno mi mirada entre su busto y sus ojos.

  —Tienezs razón. Vámonos a las malditassxx Vegas hoyyy mismo.

  —Y después tenemozzzs setzo salvaje como los tipos esztos del Grey y la Anastasia.

  Vuelvo en mí. Me llevo la mano izquierda frente a mis ojos y en mi dedo anular hay un anillo. Es de plástico, pero es un anillo, y solo puede significar una maldita cosa. Llevo la otra mano a mi cabeza y miro su mano izquierda. Ella la levanta dejándola frente a sus ojos y ahí está, el anillo de plástico, también en su dedo anular.

  Esto no puede ser verdad.

  Tres días antes

  Natalie

  —¡Alex! ¡ALEXANDRAAAA! —lloriqueo mientras me sostengo de las cortinas del baño. Esto no me puede estar pasando—. ALEX…

  —¡Joder, Natalie! ¿Qué te pasa ahora?—¡Ah! ¡No me mires desnuda! —grito cuando me percato de que no tengo nada puesto y ella ha recogido las cortinas dejándome completamente expuesta.—¿En serio crees que haya algo ahí que me interese ver? Cierto que tienes un culo exótico, pero tampoco es para tanto.—Alexxx —lloriqueo, aún sosteniéndome de las cortinas, quítame esta cosa de la espalda y mátala, por favor.

  La boba se ríe a carcajadas, y no, no esperó que la maldita cucaracha volara hacia otro lugar, la mató en mi espalda dándome un chancletazo.

  —Ahora lávate porque te ha llenado de mierda —grito de nuevo, qué asco, ahora sí me incorporo por completo, corro hasta la regadera y miro cómo la cosa aplastada cae y el agua la arrastra por mis pies.

  —Eres una asquerosa, Alex ——¿Qué? Yo no fui la que te cagó la espalda —dicho esto, así sin más, se retira, cerrando la puerta a sus espaldas.

  Sí, ella y su personalidad son únicas. Por eso es mi mejor amiga.

  Una rubia con carita de ángel y ojos verdes, que se ligó a su jefe, bueno, primero se casaron y luego se lo ligó, larga y confusa historia, o fue él quien se la ligó a ella, yo ya ni sé la verdad.Aproximadamente a las seis de la tarde comienzo a prepararme, hoy es Halloween y el cuerpo lo sabe. Tiendo en mi cama ambos trajes que Alex y yo usaremos hoy, los había comprado el otro día en una tienda de disfraces. Ella llevará a su chico, así que elegí uno de los más sexys, Oliver Anderson tendrá que agradecerme luego.—Bien, tú eliges... ¿Caperucita roja? O... ¿El lobo? —pregunto, una vez cerca de ella, mostrándole ambos trajes, y ella hace una extraña expresión.

  —Alex, solo elige uno, por favor. —Intento parecer molesta.

  —Creo que el lobo —dice finalmente. ¡Genial! Porque yo en serio quería ser caperucita.

  Me despojo de mi ropa y comienzo a ponerme unas medias caladas sobre mis bragas negras. Seguido me pongo el traje, bastante ajustado, lo sé, pero es Halloween. A decir verdad, me gusta la ropa ajustada. Alex me ayuda a acomodar el corsé y yo le ayudo con el de ella, nos tomamos más de media hora en la puesta de cada prenda, tirando de cada una de las cintas y ajustando los broches, incluso siento su pierna en mi trasero para ajustar mejor y acomodar todo en su lugar.

  Escucho mi celular sonar y una vez que tengo los tacones puestos voy hasta la mesa de noche y tomo mi teléfono. Deslizo el dedo pulgar sobre la pantalla y el nombre de mi ex es el que parpadea anunciando un texto.

  De: Dereck

  En serio, mi amor, lo lamento, no quise hacerlo, ella fue la que me sedujo, te lo juro.

  ¡Ah, sí, claro! Por eso les metías la lengua hasta la garganta y acariciabas su muslo en plena fiesta. Maldito bastardo.

  Para: Dereck

  Come mierda, cabrón.